El Periódico de Aragón

El Periódico de Aragón

José Mendi

La rúbrica

José Mendi

‘Mentalés’

Se suele decir que alguien es bilingüe cuando piensa en un idioma diferente del suyo

Aprender otro idioma no es solo aprender palabras diferentes para las mismas cosas, sino aprender otra forma de pensar sobre las cosas. Esta frase, de la periodista norteamericana Flora Lewis, describe la íntima relación que mantienen la psicología y el lenguaje. Se suele decir que alguien es bilingüe cuando piensa en un idioma diferente del suyo. Nos entra la curiosidad por saber si estas personas sueñan en su léxico nativo o en el adquirido. La psicolingüística estudia el procesamiento del lenguaje en el cerebro. Todos somos bilingües ya que hablamos la lengua materna y la bífida. En la primera, nos expresamos con educación. Si hablamos en modo reptil, el cerebro primitivo de las víboras llega al músculo de nuestra boca y escupimos veneno a discreción. Los tacos tienen una función adaptativa.

Gente extraña

Ya saben que los psicólogos, a veces, somos gente extraña que medimos cosas raras para demostrar comportamientos absurdos. Eso sí, de forma rigurosa. Pues bien, en el año 2010, el psicólogo británico Richard Stephens realizó un curioso experimento. Hizo que dos grupos de estudiantes metieran sus manos en un cubo de agua helada. Al primer grupo les permitió soltar todo tipo de «juramentos», mientras soportaban esa tortura en favor de la ciencia. Al otro grupo, no.

El mismo experimento constató que incrementar el número de blasfemias, no mejoraba el nivel de analgesia de los malhablados

decoration

Quienes se acordaban de la madre del psicólogo, mientras lanzaban improperios, resistieron el doble de tiempo que el grupo «educado», con sus manos sumergidas. No se hagan ilusiones. El mismo experimento constató que incrementar el número de blasfemias, no mejoraba el nivel de analgesia de los malhablados. Las madres, los machos cabríos y las defecaciones en divinidades, aglutinan la mayoría de dedicatorias obscenas de estos satánicos del lenguaje. Esto sí que es un esperanto universal común. Si todas las lenguas contienen elementos similares, algunos tan curiosos como las palabrotas, ¿por qué existen casi 6.000 lenguas para decir lo mismo?

La explicación más lógica dice que, en realidad, todos hablamos el mismo idioma: la lengua de los conceptos. Luego, cada cultura ha vestido estos conceptos con diferentes prendas gramaticales. Hay otras explicaciones (para lelas, y para lelos), como la de la Biblia, en la que se relata el cabreo que pilla Dios con los constructores que quisieron edificar el primer rascacielos de la historia. Confundió sus lenguas y, desde entonces, nuestros antecesores deambulan intentando entender a sus congéneres. De ahí viene el famoso método 'vagan' para aprender idiomas. El lenguaje es tan complejo que no es extraño que la mitología y las creencias, a través de las religiones, sigan aferrándose al mismo. Afortunadamente, la colaboración entre expertos del lenguaje, de la neurofisiología cerebral y de la psicología, aporta sensatez y conocimiento ante tanta barbarie. Hoy, entendemos el lenguaje como un mecanismo biológico, heredado de los progenitores, que dota a cada individuo de la capacidad de aprenderlo en su entorno, en las primeras etapas de la vida, y capaz de desarrollarlo después, para conocer y comunicarse.

Lenguaje cerebral

El psicólogo canadiense Steven Pinker, describe este principio con la teoría de que el cerebro no piensa con palabras sino con un lenguaje cerebral, llamado 'mentalés', al que traduce las palabras que escucha, y que debe ser traducido, a su vez, en palabras para que otros nos entiendan.

La dificultad de escoger palabras para expresarse, o comprenderlas, son algunos de los síntomas que forman parte de la afasia. Un deterioro cognitivo del lenguaje que ha salido a la luz por protagonizar la retirada de los escenarios de Bruce Willis. En salud mental, debemos pasar de la visibilización a la prevención y al tratamiento. Lo que requiere medios y personal multidisciplinar adecuado.

La importancia de dominar una lengua a través del pensamiento, y no gracias a la traducción, es decisiva en la solución de problemas. Lo vimos en la tensa cumbre europea sobre energía, en la que Pedro Sánchez se levanta de una mesa para forzar una conclusión favorable a los intereses de España. Entendió, y expresó, una idea que nunca percibiría a través de una traducción, sino de su valoración conceptual sobre lo que estaba pasando. Ventajas de tener un presidente bilingüe en inglés, que domina el francés y se defiende en italiano y portugués. Triunfó más con la razón que con la emoción. Pero, como dijo Nelson Mandela: «Si hablas con una persona en un idioma que entiende, conectas con su cabeza. Si le hablas en su idioma natal, conectas con su corazón».

Compartir el artículo

stats