Opinión

Hugo y la Aljafería

El viejo Reino de Aragón, su nobleza, la relación de su aristocracia con la realeza, las montañas aragonesas, sus pastores, sus bandidos e hidalgos, sus palacios –el de la Aljafería, sobre todo– fueron elementos históricos y escénicos que inspiraron a Víctor Hugo en el que está considerado el primero de los dramas románticos: Hernani. Hugo lo escribió en 1830, inaugurando una nueva forma de entender el teatro a la luz de una renovada literatura y otra manera, asimismo muy distinta, de interpretar la política a raíz de la Revolución francesa.

Mucho antes, la corte española unificada bajo el mandato de Carlos I registró un fuerte impulso centralizador. El nuevo emperador, nieto de Fernando el Católico, no fue tan complaciente como su abuelo con los antiguos reinos y fueros. Si se desplazó a Aragón, a Zaragoza, se debió a uncir bajo su yugo a una nobleza que tradicionalmente se había considerado en un plano de relativa igualdad con sus reyes. Pero la influencia de Castilla, que en Carlos I acabaría por resultar predominante, invirtió esa tendencia, transformando lenta pero inexorablemente aquella relativa y parlamentaria igualdad en pleitesía.

En la obra de Hugo, el emperador Carlos se enamorará de una bella y noble aragonesa, prometida a otro joven aristócrata, asimismo aragonés, pero caído en desgracia ante la corte, por lo que hubo de refugiarse en los nevados Pirineos al frente de una partida de bandidos.

Hernani sitúa el motor de su acción y de sus intrigas no en la voluntad divina ni en su traducción a los reinos teocráticos, sino en la voluntad del hombre y en su capacidad para demostrar que la realidad puede cambiar merced a sus actos individuales y acciones colectivas, amoldándose a sus deseos en el marco del respeto a los demás y de un nuevo sentido de la justicia. En esos principios de moderna libertad, incluso el rey concluirá inclinando un tanto su coronada cabeza, admitiendo tácitamente que el signo de los tiempos ha cambiado, que hombres y mujeres sin dinastías pueden gobernar sus vidas y tal vez las ajenas…

Un drama, Hernani, que, además de consagrar La Aljafería como referencia histórico-artístico, cambió el modo de entender la dramaturgia, cimentando la pujanza de un estilo, el drama romántico, que pasaría a dominar todo el siglo XIX.

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