El Periódico de Aragón

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Juan Bolea

Sala de máquinas

Juan Bolea

Ernst Lubitsch

Cae por suerte en mis manos el último libro de José Luis Garci, El toque Lubitsch y otros roces (Reino de Cordelia). Mientras leo el capítulo que dedica a La Habana, me asalta una fuerte impresión de déjà vu porque lo que en esas páginas cuenta Garci, los ambientes, las intrigas, las bellezas de La Habana, son parecidas y suceden en la misma época en que yo pude experimentarlas cuando estuve en Cuba persiguiendo las huellas de Fidel Castro. No vi a Garci en aquellos días habaneros, o me acordaría de él, como él, con extraordinaria memoria –como si en vez de facultad retentiva tuviera una cámara–, parece haber grabado cuantos detalles le llamaron la atención en aquella ciudad mágica.

En otro de los capítulos de su ensayo, el oscarizado director de cine español se centra en uno de sus maestros en el séptimo arte: el realizador de origen alemán, pero nacionalizado norteamericano, Ernst Lubitsch.

Con su gran capacidad de análisis y una exquisita formación estética, Garci intentará descubrir de dónde procedía la magia de este artista del cine que, desde su punto de vista (también desde el mío) dotó al séptimo arte de una fluidez hasta entonces desconocida, así como de una ligereza y gracia tales que sus películas parecían flotar ante los ojos del espectador como pompas de jabón impulsadas por el aliento de los dioses de la comedia.

Garci llega a la conclusión de que, en la base misma del arte de Lubitsch, descansaba la virtud de la ironía, don que probablemente se le materializaría en los susurros de esos mismos dioses que le soplaban al oído sus diálogos, poniéndolos luego Lubitsch en boca de personajes tallados con la arcilla artística de su taller.

En opinión de Garci, el talento de Lubitsch, único en su género, solo pasaría, y solo en parte, a uno de sus discípulos, Billy Wilder, si bien nunca alcanzando en perfección a su maestro. En sus reflexiones sobre el cine, Garci nos hablará igualmente largo y tendido de Wilder, así como de otros grandes talentos que, de un modo u otro, influyeron en su carrera cinematográfica, con especial mención a Orson Welles.

Para amar un poco más el cine y seguir respetando a José Luis Garci.

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