Sala de máquinas

España, de puente

Juan Bolea

Juan Bolea

Los españoles se han olvidado del covid, del precio del gas, del precio del gasóleo, del precio del tren, del avión, de la autopista, del restaurante y del hotel y se han ido de puente con buena parte de la familia, una sonrisa y el lema «¡A vivir que son dos días!» (este macropuente, unos cuantos más).

La peña emboca el año próximo quemando lo que queda de este 2022 en barras y comercios, no sea que rebajas y cervezas se cancelen con un súbito apagón, como en esa lejana Ucrania en la que ya casi nadie piensa. ¿Para qué, si aquí el sol se levanta todos los días, si somos la California de Europa, si seguimos siendo diferentes, los más cachondos y los que mejor improvisan un chiste o una solución?

Una mayoría sabe o piensa que un destino como el español, a reventar de guiris y divisas, negocios y oportunidades, centros comerciales, mil diversiones a pie de calle, programas de telerrealidad, mundial de fútbol y, sobre todo, de ese humor nuestro tan latino y disfrutón es imposible teñirlo de tristeza o amargura. No va a poder ser que el español se reprima o confine teniendo la oportunidad de tomarse una ración de gambas en el bar de abajo. Habrá que salir una vez más a la terracita, a la playita. Habrá que comprar, de todo un poco, consumir y frotar la visa hasta olvidar entre el relumbrón de luces navideñas que los Reyes Magos no solo no nos van a traer carbón, porque está prohibido, sino que, con suerte, exigirán una paga extraordinaria por hacer tantas horas a lomos de sus precarios camellos (hasta 2030 no tendrán coche eléctrico). Y aunque los transportistas, los médicos, los controladores salgan a la calle o amaguen con la huelga, el país seguirá funcionando en sus parámetros de inercia, dejando atrás la memoria (salvo la histórica), apurando el presente y quemando y bebiéndose la vida a grandes sorbos, de megafiesta en macropuente, de playita en terracita, pasando por el centro comercial, la hamburguesería, la tienda de móviles, el estanco y el bar.

Más adelante, en enero, o seguramente antes, vendrán las subidas, los recortes, esas cuestas de febrero que ahora se levantan en cualquier semana o mes, pero, de momento, que a nuestros paisanos les quiten lo bailao.

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