Elegir en libertad

Antonio Morlanes

Antonio Morlanes

De nuevo los ciudadanos nos encontramos ante unas nuevas elecciones, en este caso municipales y autonómicas. No crean que lo escribo como si estuviese pronunciándome acerca de un problema o un incordio, ni mucho menos. Me siento orgulloso de que haya tenido el privilegio de haber votado desde las primeras libres en 1976, el referéndum sobre el Proyecto de Ley para la Reforma Política, hasta estas próximas del 28 de mayo que, salvo por fuerza mayor, también lo haré. Será así porque creo que, por fortuna, tenemos un sistema democrático que nos garantiza vivir en libertad, que nos asegura los derechos individuales y colectivos, que nos soporta un Estado de derecho y que prima el respeto entre los ciudadanos como el mejor modelo de convivencia.

Además considero que el hecho de votar es una responsabilidad que tenemos para poder tener la capacidad de elegir el modelo de sociedad en el que deseamos vivir, para elegir libremente a quienes deseamos que sean nuestros representantes, para poder realizar las críticas constructivas que consideremos con el fin de mejorar los instrumentos y servicios que nos prestan y, por último y fundamental, para sentirnos personas que se realizan como tal con su capacidad de generar ideas y compartirlas, en libertad, con el resto.

Habrá quienes me digan, yo no voto porque no me siento identificado con ninguno de los que se presentan. Mi respuesta será que esto puede suceder y no se podría tachar de algo anormal, lo que es injustificable es no votar. Mi consejo es que si alguien se encuentra en esa posición que vote en blanco, porque es la única forma de decirles a las organizaciones políticas, que deben cambiar, que tú no estás de acuerdo con los programas que presentan, por lo contrario, no votar no tiene ningún significado, excepto que estás dispuesto a aceptar todo lo que suceda y, eso, es muy triste. También puede que otros digan, yo no voy a votar, estoy en contra del sistema, no me gusta, vamos, esos que se llaman a sí mismos antisistema, pero que su verdadera denominación es hipócrita pues demonizan el sistema, pero viven en él y se aprovechan de lo que el sistema da a sus miembros, les digo a estos ¿no les gusta, son antisistema? Pues lo tienen fácil: váyanse de él, hay espacio suficiente en el planeta Tierra para que se construyan el sistema que les guste.

Debemos ser conscientes de la fortuna que tenemos de vivir en un país como España. Hemos sido capaces de convertirlo en un territorio que reconoce a todos sus ciudadanos en sus propias condiciones y que lo único que nos limita es el respeto hacia el resto. Sin embargo, esto no significa que debamos conformarnos como estamos, sino que debemos ser capaces de ambicionar una sociedad del bienestar cada vez más justa y capaz de no dejar atrás a ninguno de sus miembros.

Vivimos momentos provenientes de situaciones con alteraciones negativas. El 2008 fue el inicio de la lucha contra una crisis derivada de problemas de un tipo y de otro que nos condujo a un aumento de la desigualdad social, con lo que esto supone de injusticia. A pesar de ello, vemos cómo la situación del país va tornando a mejores momentos. Vemos cómo un territorio como el nuestro, Aragón, es el segundo con menos desempleo, solo detrás de Euskadi, también es el segundo en calidad de vida y esa misma posición la ocupa en el que tiene menos desigualdad social. Esto sólo puede significar que debemos continuar con el esfuerzo de mejorar la situación y, sobre todo, conseguir que esos espacios que se encuentran vacíos, y envejecidos de personas, seamos capaces de hacerlos atractivos para su repoblación.

Espero y deseo que se hayan percatado del uso reiterativo que vengo haciendo de la primera persona del plural, ya que creo en la necesidad de que así lo entendamos pues los retos se presentan para que todos los asumamos y no pensemos que alguien va a hacer las cosas por nosotros. Tenemos por costumbre mirar hacia los políticos para pedir responsabilidades de lo que entendemos que se debe hacer y no se cumple, pues créanme que todos, cada uno desde su posición, debemos ser capaces de hacer y mantener un mundo mejor.

Miramos a los políticos como si fuesen una especie diferente a la nuestra y no queremos darnos cuenta de que ellos somos nosotros, que, en la mayoría de los casos, trabajan con la intención de hacer la vida mejor para todos. No voy a discutir sobre si no siempre aciertan, pero también deberíamos ser capaces de adoptar responsabilidades en el presente que vivimos y en el futuro que se debe preparar. Y todo esto sin formar guetos, que somos muy dados a ello. En ocasiones cogemos sectores de la sociedad y los dejamos marginados por no reconocerlos como parte de nosotros, incrementándose la distancia entre ambos al encontrarse ellos mismos bien de esa forma. Un buen ejemplo son los empresarios. Los vestimos de enemigos de la globalidad sin percatarnos de que son el eje necesario para que la sociedad avance, además, de que la gran mayoría son sufridores, casi, por devoción. Me refiero, en especial, a esos pequeños y medianos empresarios que son más del 95% de la totalidad empresarial que viven y trabajan, codo con codo, con el resto de la comunidad.

En definitiva, reflexionemos y veamos de verdad cómo somos y cómo formamos parte de los mejores y más avanzados territorios. Seamos conscientes de que la crítica dirigida a mejorar es positiva y necesaria, de que la responsabilidad nos hace mejores y merecedores de respeto y de que, como reza el lema francés, nuestra aspiración deberá de ser igualdad, fraternidad y libertad. Por último, lo que sí debemos exigir a los partidos políticos, es que nos digan cuáles son sus objetivos con respecto a nosotros, que de realizar la crítica, sobre ellos, ya nos ocuparemos los demás. Tenemos inteligencia y capacidad suficiente para poder realizarlo.

*Presidente de Aragonex

Suscríbete para seguir leyendo