TRAGO CORTO

La prisa / La pausa

Borja Insa

Borja Insa

Empiezo estas líneas con el corazón acelerado y las manos temblorosas. Sensación por todos conocida es la que ahora sufro, y espero que al acabar de escribir este artículo desaparezca como por arte de magia. Empiezas el día con varias citas y todas ellas importantes, giran en torno a un nuevo proyecto, grande, enorme, inmenso, como la ilusión puesta en él. Cuando te embarcas en un sueño todo lo que quieres es para ya, deseas verlo hecho realidad y no calculas el desgaste que supone ir rompiendo los pequeños muros que van surgiendo en el proceso, puedes con todo. Pero somos humanos, tenemos miedos, es lo normal, aunque en estos casos la adrenalina te hace sentir que eres algo parecido a un superhéroe.

El miedo que me surge es si seré capaz de disfrutar de todo este proceso de cambio, ansiedad anticipatoria lo llaman, pero en este caso no es por una visión pesimista del futuro, sino por el hecho de poder perderme el disfrute que supone hacer realidad algo soñado desde hace tanto tiempo.

Pero ¿por qué me pasa esto? Supongo que es un aviso desde mi interior, que me pide que suelte un poco el acelerador y disfrute cada pequeño avance. Durante los casi 5 años que lleva abierto Moonlight (e)xperimental Bar nunca he celebrado nada como se merecía, jamás he pisado el freno para mirar atrás y darme a mí mismo una palmadita en la espalda por todo lo que hemos logrado. Autoexigencia, la máxima, pues compito contra mí mismo, y cada vez me lo pongo más difícil. Sé que este nivel creciente de exigencia es posible porque cada día estoy mejor arropado, con mejor equipo y los mejores compañeros de viaje que algún día podría haber soñado, pero incluso sabiendo esto, surgen miedos... Así es la mente del ser humano, poderosa y vulnerable.

A estas alturas del texto lo tengo decidido, voy a respirar, la felicidad es algo que no me puede ahogar, no puedo permitirlo, sería ridículo perderme tantas cosas buenas por la prisa, por eso también le dedicaré el tiempo que merece a la pausa.

Ahora paro, levanto la cabeza del portátil, y sentado en una terraza, veo al mundo entero con prisa, todos corren y miran el móvil, solo los ancianos están sentados al sol de la plaza, puede que para tomar un respiro del paseo y debido a la escasez de energía tras una larga y dura vida, pero quizás deberíamos fijarnos más en lo que hacen aquellos que ya han pasado por casi todo, y aplicar esos descansos momentáneos a nuestro frenético ritmo vital. Yo así lo intentaré.

Sirva de ejemplo que ya no tiemblan mis manos, ni mi corazón late acelerado, parece ser que este tiempo escribiendo para ustedes también fue tiempo para mí, fue mi pausa. Agradecido, les recomiendo que paren, que vivan.

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