DESDE MI RINCÓN

Reflexionen y voten

María Jesús Ruiz

María Jesús Ruiz

Hoy, declarado oficialmente como día de reflexión, tengo que confesarles que yo tengo los deberes hechos y desde mi rincón he llegado a la conclusión de que sí o sí hay que ir a votar. Así que no les pido el voto para nadie, pero sí que voten. ¿Cómo vamos a renunciar a ejercer el derecho que tanto nos ha costado conseguir y que iguala a todos los ciudadanos? Sí, votar nos iguala. Porque las papeletas son anónimas para todos, sin diferencias. Ni ricos ni pobres, ni empresarios ni obreros, ni hombres ni mujeres.

Aunque les parezca que esto de ir a las urnas es un derecho de siempre, no es así. En nuestro país todo empezó con el sueño inacabado de las Cortes de Cádiz de 1812 y hasta 1869 no se ejecutó un sufragio universal, sin mirar renta ni formación. ¿Universal? No tanto. Solo para hombres. Las mujeres no pudimos votar hasta 1931. Pronto se vetaría la democracia durante cuatro repugnantes décadas de absolutismo franquista y hasta 1978 no se nos devolvería el poder del Estado a la ciudadanía con la Constitución.

Es curioso que justo quienes alaban esos tiempos sin libertades van en tropel a ejercer su derecho. ¿Qué les moverá? Si les otorgamos la representación por desmovilizarnos tal vez les dejemos vía libre para que nos arrebaten lo conquistado. No les voy a negar que nuestro sistema democrático tiene puntos mejorables, que tenemos que hacerlo evolucionar, pero sin democracia no hay libertad, no hay protección social, no hay Estado de Bienestar. En democracia el poder está en manos del pueblo, no ir a votar es renunciar a ello y a este sistema imperfecto, pero el mejor que conocemos. Hay que ser muy ciego para no ver que en la sociedad hay cierto desapego hacia la política. Se va instalado el dogma de que todos son iguales, que no les importamos y el desánimo a participar en las elecciones. Posiblemente gran parte de la culpa la tengan los propios representantes políticos que van sustituyendo el debate por el insulto, pero también los focos y las redes, que solo nos acercan la zozobra. Se sorprenderían de todo lo que sucede en la trastienda de los plenos y despachos para hacer posible que se aprueben leyes que regulan derechos y las normas básicas de convivencia, o los presupuestos que permiten que nos subamos al autobús, tengamos las calles limpias o vayamos a colegios con profesores y hospitales con sanitarios.

Así que sigan mi ejemplo y reflexionen sobre lo que supone votar en sí mismo. Voten en conciencia guiados por sus valores, por el bien común o por sus intereses particulares. Si está tan desanimado que todos le parecen malos decántense por el menos malo. Valoren los hechos, lo que avala a cada candidatura por su trabajo y por sus propuestas a través de los programas electorales. Sea como sea, acudan mañana a su colegio electoral y no renuncien a ese derecho fundamental que sustenta la base de la democracia.

Y por cierto, no olviden que estas elecciones son autonómicas y locales, porque aunque algunos se hayan empeñado en poner el foco en lo estatal, aquí de lo que se trata es de gobernar y mejorar lo cotidiano, lo del día a día, lo micro, lo tuyo y lo de tu vecino.

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