IR DE PROPIO

‘Foto finish’

Laura Bordonaba

Laura Bordonaba

«Correr siempre ha sido muy importante en mi familia, sobre todo para escapar de la policía; es difícil de entender: todo lo que sé es que hay que correr, correr sin saber por qué a través de bosques y campos, y correr sin una meta, aunque la gente te esté vitoreando; esa es la soledad que siente el corredor de fondo».

Así empieza la película del mismo nombre La soledad del corredor de fondo de Tony Richardson, de 1962, película en blanco y negro, imprescindible en los cineclubs de los años setenta por su mensaje contestatario, la historia de Colin Smith, uno de tantos chicos rebeldes de las asfixiantes urbes industriales de Inglaterra.

Qué maravilla cuando puedes dejar de correr y simplemente, caminar. Qué maravilla cuando ocho días te parecen ocho semanas y a la vez, ocho minutos. Hemos pasado unos días en Suiza con nuestra familia, rodeados de naturaleza, casitas con ventanas azules y un lago que cada día renace como una sábana recién lavada y tendida al sol. Días de raclette, de aperol spritz y de largas conversaciones.

Necesitaba mucho estas vacaciones, después de dos semanas un poco frenéticas en el trabajo para dejar todo preparado para mi ausencia. Suiza es el país ideal si quieres desconectar: el paisaje, el tempo, el idioma, todo ayuda a dejar España muy lejos.

He aprovechado que mi tarifa de datos se disparaba en el extranjero para reducir mis conexiones a internet y la redes sociales al wifi familiar y a su mínima expresión. He pasado el día sin preocuparme de si había mails por revisar, whatsapps por leer, noticias que comentar. Sin mandar memes, sin poner emoticonos a cada comentario.

He caminado por las calles pavimentadas de Lausana o Berna admirando su patrimonio, sin perderme en el ruido de instagram, he visto morir la tarde en el lago Lemán sin buscar la foto ideal, me he aventurado a caminar por empedrados sin poder consultar Google Maps. He dejado de correr.

Suena a topicazo, pero creo que a veces no logramos desconectar del todo porque sólo lo hacemos de una de las vidas que vivimos. La otra, la digital, sigue susurrándonos en el oído

He mantenido conversaciones de horas, sin mirar el móvil, disfrutando de las ardillas y esperando a ver si aparecía el zorro que vivía por allí. Quizás suena también a tópico, pero hay algo sanador en la belleza de la naturaleza, en el silencio de la noche y en estar donde quieres estar y como quieres estar. Qué importante el dónde, el cómo y el con quién. Sin foto finish. Con la meta de no tener meta.

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