COSAS QUE PASAN

Un actor en estado de gracia

Margarita Barbáchano

Margarita Barbáchano

Javier Gutiérrez es un actor en estado de gracia. Y no es fácil encadenar un éxito tras otro en el cine sin ser un galán al uso. No es alto ni un guaperas, como tantos jóvenes actores españoles que pueblan las carteleras, aunque no brillen precisamente por sus interpretaciones, pero él es un actor grande, tiene una dicción magnífica y su sonrisa resulta arrebatadora. Puede meterse en cualquier papel y resultará creíble. Además, el público lo quiere. Con el paso de los años se ha consagrado como una de las figuras más admiradas por el público y más solicitadas por los realizadores.

Eso se pudo comprobar esta semana en Zaragoza con el Paraninfo hasta los topes. Pocas veces la Universidad habilita la sala magna para dar cobijo a un público tan numeroso que desde una hora antes ya esperaba impaciente poder entrar para verle de cerca. Quizás su misterio resida precisamente en eso: en que Javier Gutiérrez parezca una persona normal y corriente que cuando se enfrenta a la pantalla se transforma en otro. Y convence. El ciclo La buena estrella dirigido con maestría por Luis Alegre fue todo un espectáculo de entrega y cariño hacia el actor asturiano, aunque criado en Galicia y formado en Madrid, donde con solo 18 años decidió mudarse (con gran dolor de su madre, que no quería que su hijo fuera actor) para estudiar en una escuela teatral.

Dos Goyas por La isla mínima, del director Alberto Rodríguez y por El autor avalan su imparable trayectoria, además de la Concha de Plata del festival de Cine de San Sebastián o el premio Ondas por la serie de televisión Estoy vivo. No hay nada que se le ponga por delante. Sea comedia, drama, teatro o televisión. Como comentó, la visibilidad le llegó con la serie de televisión Águila Roja, donde interpretaba al entrañable criado, Satur; y otras comedias en la pequeña pantalla. Parecía que se iba a encasillar como actor cómico pero no; supo darle la vuelta y sus triunfos vinieron con las películas dramáticas. Aunque Campeones supuso un reto y otro galardón para su vida personal, al implicarse en la discapacidad con una mirada diferente y solidaria.

Formado en el teatro, fue integrante del grupo Animalario, las tablas le sirvieron para convertirse en un actor versátil y potente para el cine. Se lamenta de que las películas buenas duren poco en cartel, como está pasando con la película que vino a presentar en Zaragoza, Honeymoon, interpretada junto a la actriz Nathalie Poza, que ha durado pocos días en las pantallas. Si le preguntan qué prefiere si el drama o la comedia contesta que actualmente no encuentra películas de comedia que le interesen. «Resultan facilonas, aunque llenen las salas y tengan premios». Y se lamenta de que a cintas solventes y pequeñas de presupuesto como Honeymoon no se les dé más oportunidades de exhibición. Sobre todo lo dice por el trabajo del director, Enrique Otero, al que le ha costado diez años levantar el proyecto.

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