Opinión

A veces solo se trata de escuchar

Lo que ha sucedido esta semana en el Congreso de los Diputados ha sido desolador. Enfermos de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) acudieron a la sede de la soberanía nacional para pedir una ley que mejore su calidad de vida. Padecen una enfermedad que no tiene cura ni tratamiento efectivo. Lo único que pueden hacer cuando son diagnosticados es recurrir a fisioterapeutas, logopedas y asistentes que les ayuden a mitigar las consecuencias de esta patología degenerativa que afecta a las neuronas del cerebro y la médula espinal provocando la progresiva paralización de los músculos. Ya se imaginarán lo que les costó, física, emocional y económicamente, desplazarse en semejantes condiciones. Planificar la salida de sus casas, con ayuda por supuesto, ir con tiempo y entrar con la convicción de que el esfuerzo vale la pena porque es el lugar donde deben estar por su propia dignidad y la de los futuros enfermos.

Efectivamente, como muchos creían, fue un día histórico, pero por el poco respeto que sintieron cuando vieron que en la sala apenas había un puñado de políticos dispuestos a escuchar sus peticiones. Se podían contar con los dedos de una mano porque fueron exactamente cinco los que se dignaron a hacer acto de presencia. Escuchar, ese verbo tan demodé en periodo de entreguerras. Escuchar, la obligación moral de quien te reclama el voto para tomar decisiones por ti. Escuchar, el deber de cualquier ser humano con sus semejantes por mera empatía.

Juan Carlos Unzué, exfutbolista y presidente de la asociación ConELA, fue el encargado de sonrojar a sus señorías, presentes y ausentes. Una sola pregunta fue suficiente para clavarse como un aguijón en la conciencia de todos: «¿cuántos diputados hay en la sala?» Fueron invitados a tomar café y se encontraron con que los anfitriones ni siquiera estaban en casa.

El trabajo parlamentario no es baladí. La mayoría de diputados viven fuera de Madrid y tienen comisiones, intervenciones y documentos legislativos que preparar. Que no acudieran no significa que estuvieran en el bar, pero en política además de eficiente conviene ser sensible y, algunas veces, la ocasión requiere de un sobreesfuerzo o sobrerrepresentación. A las jornadas del ELA acudieron los portavoces de Sanidad de los cinco grupos mayoritarios además del ministro. Presentes o ausentes, lo importante es que recojan sus demandas y aprueben la ley. Sin embargo, sentirse escuchados también lo creen importante. Cuando tu enfermedad no tiene cura, el médico no puede hacer otra cosa que mostrarse comprensivo y afectuoso. Cuando hay dolor, la razón reclama cariño y atención. De eso se trataba.

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