Opinión | SALÓN DORADO

Montearagón

Los días 23 y 24 de junio de 1314 seis mil escoceses liderados por el rey Roberto I derrotaron a veinte mil ingleses de Eduardo II en las colinas de Bannockburn; según algunos relatos, en el bando escocés combatieron cuatrocientos caballeros de la recién disuelta Orden del Temple. La victoria fue épica y los escoceses todavía la recuerdan como una de sus más grandes gestas nacionales; tanto que, a falta de himno oficial, cantan Flor de Escocia cuando juegan sus selecciones de rugby y de fútbol. Compuesta en 1965 por Roy Williamson, la letra de esta canción narra la retirada de Eduardo II, al que se cita en estos versos: «Combatieron y murieron por tu cachito de colina y de cañada, resistieron contra él, el orgulloso ejército de Eduardo, y lo enviaron de vuelta a pensárselo de nuevo».

En la historia de Aragón ha habido episodios tan épicos como ese; por ejemplo, la batalla de Cutanda, librada en esa localidad turolense el 17 de junio de 1120. Los aragoneses de Alfonso I el Batallador, ayudados por seiscientos caballeros aquitanos del duque Guillermo IX el Trovador, abuelo de Leonor de Aquitania, vencieron a un gran ejército almorávide que venía con la intención de recuperar Zaragoza, perdida para el islam año y medio antes.

Aragón no ha tenido la suerte de contar con una canción como esa, aunque ya están apareciendo músicos en esa línea y se va recuperando poco a poco la divulgación de su historia. En la última semana se ha dado otro paso importante con la apertura al público del castillo de Montearagón. Erigido a fines del siglo XI para preparar la conquista de Huesca, en la abadía que hubo en el castillo quedaron depositados los huesos de Alfonso I, hasta que la ruina y el olvido obligaron a trasladarlos a San Pedro el Viejo en Huesca. La visita al castillo está organizada por el doctor Darío Español, profesor de Didáctica de la Historia de la Universidad de Zaragoza y uno de los máximos especialistas españoles en recreacionismo histórico. Su rigor (¡ojo con la bronca que les cae si los ve Darío vistiendo un jubón de 1434 en una recreación de 1412!) y su capacidad divulgativa son bien conocidas por los amantes de la historia, y pueden comprobarlo en las recreaciones que dirige cada año en la Concordia de Alcañiz o en el Compromiso de Caspe.

Huesca es una tierra afortunada para el turismo de naturaleza, gastronómico y de patrimonio histórico-artístico. La apertura del castillo de Montearagón es otro aliciente más. Visítenlo y sientan la historia viva. No se arrepentirán.

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