Opinión | EL TRIÁNGULO

Buena suerte

Mucho se ha hablado en estas últimas horas de esa carta y todo lo que se ha dicho puede tener su justificación

Nunca queremos que nos hagan spoiler y sin embargo ahora daría parte de todos mis secretos ocultos para que Pedro Sánchez dijera cuál va a ser su decisión y ojalá la suya sea la de resistir a pesar de todos los hostigamientos a los que ha sido sometido, de todos los insultos, de todas las infamias y de todos esos personajillos a los que tiene que soportar y que hacen de la política algo cada día más sucio y embarrado.

El pasado miércoles recibimos la noticia de esa carta con una mezcla de incredulidad y de estupor, algunos también con gran alborozo, porque todos estábamos convencidos de que Sánchez era invencible, el héroe épico de un manual de resistencia que lo hacía invencible. Sin embargo, y lamentándolo, hasta los héroes tienen sus fisuras, sus heridas y sus razones para pedir paz en mitad de la batalla y para desarmarse al necesitar que del último escarnio brote toda la sangre para así saber si las cosas, determinadas cosas que los otros hacen para herir, merecen la pena. Mucho se ha hablado en estas últimas horas de esa carta y todo lo que se ha dicho puede tener su justificación: se ha hablado del hombre que busca protegerse en el victimismo, se ha hablado de que se trata de una estrategia política para salvar su desesperada huida hacia adelante ante la irresponsabilidad de determinados actores políticos que si Sánchez se marcha van a enmudecer y volver al grito desafiante del continuo enfrentamiento que tanto nos ha desgastado y tan poco ha ayudado a resolver nada; también se ha hablado del componente humano y emocional que hay en esas palabras y de su comportamiento pueril y mientras unos mantienen que Sánchez se irá, otros, los más incisivos, sostienen que el presidente no dejará su cargo porque le gustan demasiados los sillones y el poder. E imagino que le gusta su familia, más bien la ama, como ama a España y por eso se ha forjado a sí mismo retando a los fuertes y poderosos y eso al final es algo que en esta España de grises caudillitos no se perdona.

Sánchez, lógicamente y como todos los presidentes que le han precedido, ha hecho cosas bien y otras no, pero su gran victoria era ser considerado invencible porque todo lo ha luchado con tesón, con valentía, con elegancia y con una pequeña dosis de justicia poética. Si Sánchez se va, gana en lo personal y en lo humano, si se queda, ganamos como sociedad al saber que no todo vale y ojalá eso sea lo que aprendan los que hacen y están en política. Porque creo que la finalidad última de la carta es eso: la reflexión y no solo del presidente. Buena suerte.

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