Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Ferocidad rusa

Las Fuerzas Especiales rusas han detenido a varios de los asaltantes a la sala de conciertos donde mataron e hirieron a más de trescientos inocentes. Antes de interrogarlos, los torturaron. Las torturas continuaron durante los interrogatorios. A uno de ellos le cortaron una oreja y le obligaron a comérsela mientras le preguntaban una y otra vez quién les había enviado, proporcionado las armas, remunerado aquel encargo homicida. En el vídeo donde se recoge esta acción puede verse al detenido en el suelo, rodeado de botas militares y de una mano, la que le ha cortado la oreja derecha y le obliga a abrir la boca para comérsela bajo amenaza de seguir mutilando trozos de su cuerpo e igualmente forzarle a masticarlos.

En Rusia, por supuesto, nadie ha protestado, al menos en voz alta, por el salvajismo de sus Fuerzas Especiales. Equiparable, en su absoluto desprecio del ser humano, a la furia asesina de los mercenarios yihadistas. Con Putin, los rusos están acostumbrados a que «estas cosas» pasen en las comisarías de policía o en las cárceles.

Los policías y militares rusos son, como su presidente, de los más crueles del mundo. No de ahora, no de última hora, no de cuando Putin, allá por los años ochenta, recibía instrucción, como agente del KGB, para convertirse en una máquina de matar, sino de mucho antes, de siempre, de la época de Stalin, incluso de la de Pedro el Grande.

Parece haber en la genética rusa una tendencia a la exageración, también en la comisión del mal, también en el ejercicio del poder, también en la ausencia de empatía hacia aquel detenido o procesado al que, en lugar de interrogar conforme a sus más elementales derechos, se le tortura con una ferocidad que a los occidentales repugna.

No solo es el caso de los rusos. Asimismo el de los saudíes, cuando mataron y desmembraron al periodista Khashoggi por sus críticas al trono de Bin Salmán. Asimismo los hebreos –otro pueblo oriental–, por la frialdad con la que han planificado y están ejecutando el genocidio de Gaza. Asimismo los chinos con sus minorías...

Oriente, ¿desorientado por sus nacionalismos?

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