Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Euskadi

En la reciente celebración del Aberri Eguna, el líder de EH Bildu, que sigue siendo Arnaldo Otegi, dejó muy claro que su partido aspira a la independencia de Euskadi, en forma de futura república. Para ello, considera imprescindible ganar las próximas elecciones autonómicas y gobernar por primera vez en su comunidad autónoma.

Una vez logrado este propósito, esto es, si EH Bildu lograse colocar un lendakari plenamente abertzale, les sería más fácil –como ya hizo en Cataluña Puigdemont–, arrastrar a otros partidos nacionalistas y proclamar la independencia en un parlamento regional que pasaría a convertirse en el órgano desafiante al Estado español, por haberle, afirmarían sus portavoces, arrebatado su soberanía territorial en las tres provincias vascas.

Esta opción, en absoluto de ciencia-ficción, y que Otegi baraja con absoluta libertad, bajo luz y taquígrafos, diferenciaría claramente a EH Bildu de un PNV que hace tiempo que no apuesta por la independencia, resultando cuando menos dudoso que realmente la ideología peneuvista la defienda a fecha de hoy como una prioridad, ni siquiera como un objetivo.

Teniendo en cuenta los flojos resultados que los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP, van a obtener en el País Vasco, lo que en las próximas semanas, y en la legislatura que viene, vaya a pasar en esa Comunidad no parece de difícil pronóstico.

EH Bildu ganará las elecciones del 21A, superando por primera vez en escaños, y probablemente también en votos, al PNV, pero no gobernará porque los socialistas se encargarán de evitarlo, manteniendo al delfín de Urkullu al frente de la lehendakaritza.

De ese modo, con los de Otegi de nuevo en la oposición, el independentismo extremo, alentado por las jóvenes generaciones de EH Bildu, se hará fuerte en la calle, hará dudar al PNV, captará parte de sus votos y seguirá creciendo hasta pretender erigirse como legítimo y reprimido representante del pueblo vasco, hijo de aquella orla de patriotas en que su relato habrá trocado la galería de asesinos etarras.

El PSOE (al que Bildu no retirará su apoyo en Madrid), quedará atrapado en ese juego y la tensión se agravará y cronificará.

Ojalá me equivoque, pero...

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