Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Incompetencia

Al tiempo exterior del uso horario y al tiempo interior de Bergson le ha sustituido el tiempo del móvil, ese parpadeo de anuncio constante, ese aleteo de noticia-mariposa que rápidamente morirá para dar paso a otra, también de caleidoscópicos colores.

La nueva medida del tiempo, el segundo digital, está haciendo que aquellas otras cosas que exigen más tiempo y esfuerzo, meditación, corrección, debate, pasen a segundo término en las preferencias del hombre-masa que hoy dirige las sociedades modernas, ese individuo competitivo, apremiado por las noticias-mariposa y por su masa salarial.

Así, también, en la política.

Vemos –unos con sorpresa, otros con indignación–, cómo los temas trascendentes para un país, como sus presupuestos, su economía o su seguridad, apenas merecen unas cuantas frases en las sesiones parlamentarias, ocupadas, eso sí, en abundar en los asuntos que reportan buenos titulares y que, sin ser del todo banales, carecen del rango, por ejemplo, de unos presupuestos generales, sin los cuales es imposible que un país funcione debidamente.

Pero he aquí que, desde que hace unas pocas semanas el presidente del Gobierno anunciara que este año 2024 no iba a haber nuevos presupuestos, al resultarle imposible reunir los votos para aprobarlos, y viéndose obligado a prorrogar las partidas presupuestarias de 2023, nadie ha dicho nada, ningún partido ha protestado en serio, no se ha convocado comisión ni manifestación alguna, no se ha formulado denuncia ninguna y en poco más de veinticuatro horas el tema se ha olvidado, para dar paso a Koldo, a Rubiales, al novio de Ayuso y a la señora de Sánchez.

Contagiados por el segundo digital y por la noticia-mariposa, habiéndose condenado ellos mismos a ser carne de demagogia y titular, los diputados españoles se muestran incapaces, no ya de solucionar los problemas endémicos del país (Cataluña, el paro, la emigración, los bajos salarios…) sino ni tan siquiera de aprobar esa básica herramienta de unos presupuestos con los cuales hacer frente a las obligaciones del Estado.

A la vista de la incompetencia de nuestros partidos, del calamitoso ejemplo del Congreso, habrá que concluir que estamos ante el principio de nada.

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