Opinión | ERRE QUE ERRE

Por tierra, mar y aire

Concentración de apoyo a Sánchez, en Madrid.

Concentración de apoyo a Sánchez, en Madrid. / Efe

El otro día, el actor y cantante Coque Malla puso un tuit en X con una foto de Pedro Sánchez y la palabra bravo en mayúsculas. Le cayó la del pulpo. Que si «qué vergüenza», «rompo las entradas para tu concierto», «me has decepcionado», «dejo de seguirte», insultos... Después contestó con un extenso y educado comentario en el que justificaba que «un presidente llame seriamente la atención y al mismo tiempo lo haga de forma educada y perfectamente correcta sobre la absoluta y aberrante pérdida de ética, deportividad, elegancia y juego limpio en el escenario parlamentario y periodístico». Y le siguieron lloviendo las descalificaciones y los insultos. Igual que a Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña, con su escenificación de Estado el Día de la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol, escuchando el himno nacional y pasando revista a militares, guardia civiles y policías nacionales. Virulenta reacción con más ruido molesto y tóxico.

Demasiada pasión y mucho ofendido. Igual gritan pocos pero hacen tanto ruido y dicen cosas tan feas que enerva. Si Sánchez pensaba que sus cinco días de reflexión iban a servir para rebajar ese tono, me da la impresión que no lo va a conseguir. Quizás sí que haya servido ese ‘impass’ para que la izquierda vuelva a ilusionarse en la calle, porque en los últimos tiempos la derecha y la ultra se habían apoderado de ella a base de reivindicaciones ideológicas y de muchos insultos y más ruido. Parecía que a la izquierda le daba miedo salir y estos días, 1 de Mayo incluido, se les ha visto con moderación. Será estrategia política o no, pero el caso es que sí que se ha generado un estado de ánimo de ilusión progresista y el propio líder del PP decía estos días que hay que pinchar esta burbuja.

Otra cosa es que vaya a cambiar algo toda esta artillería que llega por tierra, mar y aire. Esa ideología neoconservadora trumpista parece que ha venido para quedarse un tiempo y en ella priman los bulos y las informaciones falsas, sobre todo a través de los ‘outlets’ informativos. No es un problema de España, es global y lo que parece evidente es que hay que pensar en una estrategia a largo plazo para que una sociedad y un país estén preparados para combatir estos ramalazos. Invertir en educación, formación, espíritu crítico; hacer que los jóvenes lean, piensen, estudien Filosofía e Historia puede ser una forma de cuidar el futuro.

Y mientras tanto, pedir a los políticos un poco de aburrimiento en sus comentarios y que hablen del día a día de la gente de la calle. Como hicieron los líderes catalanes en el debate electoral de TVE el pasado jueves: modélico. Con la calma se encajan mejor las imperfecciones de nuestro sistema. Y es mejor que los de Bildu estén ahora como están que no como antes y los independentistas acepten unas elecciones autonómicas en vez del 1-O.

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