Opinión | FIRMA INVITADA

Reducir la jornada para reducir la precariedad

Los caminos para precarizar y abaratar el trabajo en ciertos sectores productivos son inexpugnables, aunque la realidad laboral nos enseña que básicamente es la combinación de dos: una jornada muy alta y un salario muy pequeño.

Jornada máxima ordinaria: 1.826 horas. Salario mínimo. Legal. Literal.

Recientemente los trabajadores de una empresa de cultivo y envasado de productos agrícolas, Fuencampo, decidieron ir a la huelga porque el convenio que les aplicaban, el de hortalizas y verduras, llevaba muerto 50 años, es decir sin renegociarse y porque esto significaba en definitiva tener las condiciones del siglo en el que estamos, al margen de la irregularidad que significaba que sus contrataciones fueran a tiempo completo y el pago de su salario por horas efectivamente trabajada.

Se llegó a un acuerdo antes de llegar a la movilización que consistía en la reducción de jornada de 26 horas sobre las 1.826 del Estatuto del Trabajador, de forma progresiva, y también de pago de salario por día en lugar de salario por hora, entre otras y básicas mejoras como conocer el horario de salida cada viernes para la semana siguiente, la liquidación de las horas extraordinarias cada 4 meses y el pago de las mismas a un precio mayor tanto entre semana como en festivos.

¿Por qué aplicaban este convenio y no el agropecuario de la provincia? ¿Por qué siguen haciendo lo mismo otras empresas del sector como por ejemplo Interlazaro en Calatayud? Porque en realidad el convenio es papel mojado, porque no recoge ninguno de los avances que las organizaciones sindicales hemos conseguido en estos 50 años, y hasta la modificación de la reforma laboral en cuanto a la prioridad aplicativa de convenios, esto tenía un valor incalculable: anular los avances laborales legislativos.

Después de la modificación de la reforma laboral, y a pesar de ella, la aplicación de este convenio todavía tiene alguna ventaja. Sus condiciones económicas son las del Salario Mínimo Interprofesional, por tanto, la cuenta de salario mínimo interprofesional, 15.876 euros entre las 1.826 horas, parece seguir siendo más rentable para las empresas.

Invito a la ciudadanía, que sintonizó con los desfiles de tractores por nuestras ciudades por eso de la conexión con la madre tierra, a sentir igual de cercanas las reivindicaciones de aquellas y aquellos que trabajan y se alejan de sus países de origen para llevarnos los frutos a la mesa.

Por eso desde nuestra organización Comisiones Obreras lo decimos con conocimiento de causa: La reducción de jornada es vital para seguir trabajando contra la precariedad laboral.

Hay más trabajadoras y trabajadores de empresas del sector agrario para las que las subidas del salario mínimo interprofesional son un balón de oxigeno económico, y para las que una reducción de jornada que el Gobierno Central debería impulsar, también lo sería.

Sabemos que se desatarán las siete plagas de Egipto cuando cualquier reducción de jornada se anuncie, pero tan solo habrán mejorado las condiciones de los trabajadoras y trabajadores necesarios, los trabajadores del campo.

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