Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Machismo

La película italiana Siempre nos quedará el mañana está siendo un bombazo en su país, y lleva camino de serlo asimismo en el nuestro. Rodada en blanco y negro, narra la negra historia de una familia en la penumbra económica y social consecuente a la Segunda Guerra Mundial, cuando las ciudades transalpinas estaban ocupadas por el ejército aliado y la cartilla de racionamiento solo nutría filas ante los almacenes de abastos.

La cinta de Paola Cortellesi es una denuncia frontal contra el machismo. La figura del padre, interpretado por el actor Valerio Mastandrea, es retratada sin ningún tipo de conmiseración. Hombre brutal, primario, se dedica a machacar a su mujer (interpretada por la propia Cortellesi) tanto en el plano físico, a base de constantes palizas, como en el moral, desposeyéndola hasta del mínimo ápice de dignidad y reduciéndola a la condición de esclava.

La hija de ambos (Romana Maggiora) asiste impotente a la degradación de su madre, y de la vida familiar, pero en su noviazgo con un muchacho del barrio comenzará a repetir los mismos errores maternos –tolerancia al machismo, sumisión a la posesión impuesta– amenazándose con repetirse en bucle, en una nueva generación, el hábito de marginar a la mujer. En su forzado papel de esposa maltratada, Paola Cortellesi logra a la perfección empatizar con el espectador y trasladarle todo ese horror en que se ha convertido su vida a las órdenes de su celoso y tiránico marido. Entre ese italiano de 1945 y un talibán de hoy no existe la menor diferencia, como tampoco se alejaban del modelo muchos españoles de la posguerra que primero sedujeron a sus novias para esclavizarlas después como servicio doméstico.

La cinta, rodada en blanco y negro, en el contexto de un barrio pobre cuyos personajes están trazados con realismo, tiene una curiosa pátina narrativa, una «voz» autoral que se desliza hacia la parodia, que incluye bailes, canciones, recursos para endulzar un tanto la amarga realidad, y que, desde el punto de vista estético, brilla con originalidad. Siendo lo más destacado su denuncia sin paliativos de una sociedad basada en el despotismo del hombre y en la aniquilación de la mujer como ser libre.

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