Opinión | LA RÚBRICA

‘Mileinarismo’

La amenaza es un arma de destrucción pasiva. Incrementa el poder de quien intimida, en la medida en que crece el temor del amenazado. El desafío recorre un camino que va, desde el delito estipulado en el código penal, a la bravuconería con la que pedimos que nos sujeten el cubata. Es la agresión diaria más habitual que realizamos los humanos. Los insultos son improperios que vejan a su destinatario para que se acogote. Una vez amedrentada la víctima, logramos que nos ceda su capacidad de autonomía. La propia censura de quienes se sienten amenazados es el mayor triunfo que puede obtener un matón de sensibilidades.

El malestar psicológico se nutre de amenazas que engordan la ansiedad. Con la edad vamos aprendiendo a temer a la autoridad, más que a respetarla. Crecemos con el pavor a la zapatilla familiar, aprendemos con el castigo escolar, sudamos por si llega el despido laboral y sufrimos con el reuma en la ancianidad. Nos asusta el miedo a la soledad y nos da pánico el terror a la muerte.

La historia de la humanidad se escribe con amenazas, se dibuja con pinturas de conflicto y se mira con ojos de victoria. Nos inventamos a los dioses para justificar el desconocimiento que alimenta a los demonios internos. Las religiones son las mafias que rigen la extorsión en favor de la ignorancia. Es una paradoja que las confesiones vivan de la escatología. Un término que hace alusión al conjunto de creencias y doctrinas sobre la vida de ultratumba. Tiene sentido que esa misma palabra nos remita en el diccionario al uso de expresiones, imágenes y temas soeces relacionados con los excrementos. Tal para cual.

El milenarismo apocalíptico sigue siendo la amenaza más eterna para todos los crédulos, sean creyentes o no. Es un concepto de tradición eclesial y actualidad sectaria que, como espectáculo, alimenta nuestro voyerismo morboso. Por si acaso, los profetas del abismo nos recuerdan que sólo los elegidos tendrán pase RIP para contemplar en directo el final de los tiempos. La oportunidad que prometen, entre anfetas y trompetas, para sobrevivir al funeral de la especie, garantiza la superioridad moral contra los demás, que serían tan pecadores como perdedores.

El análisis más riguroso del milenarismo se hizo en el debate que emitió TVE el 5 de octubre de 1989. El programa El mundo por montera reunió en una mesa (y sobre ella) a varios contertulios para abordar el tema. Para mí, la obra cumbre de producción propia de nuestra televisión pública. Si quieren pasar un buen rato recuperen, y vean en familia, la emisión del accesible y gratuito archivo audiovisual. Descubrirán también a los antecesores creativos de los subtítulos de Cachitos de hierro y cromo, cuya semilla de humor inteligente se ha preservado hasta nuestros días. El protagonista absoluto e imperecedero de la noche fue el escritor Fernando Arrabal con una frase que grabó para la historia: «El milenarismo va a llegar». Su profecía era más espirituosa que espiritual, pero hoy es una realidad.

Javier Milei, ha convertido el mileinarismo en el nuevo testamento de la internacional fascista. Quiere un apocalipsis zombi contra la justicia social, los derechos humanos y la libertad que él manda al carajo. Sus ideas y propuestas se presentan a las próximas elecciones del 9 de junio. Los cuatro jinetes del apocalipsis de la democracia de la Unión son Le Pen, Meloni, Orbán y Abascal. El número de la bestia señala al 6 tras sumarse Milei y Netanyahu. El argentino, desbocado y sin bridas, ha provocado un conflicto institucional con nuestro país. Es la segunda crisis de estado con Argentina. La primera, y no menos grave, generó un serio enfrentamiento entre ambos gobiernos tras la brutal entrada de Goikoetxea a Maradona en el Camp Nou en septiembre de 1983. En caso de guerra, nosotros éramos los provocadores, aunque el Tribunal Penal Internacional hubiera aceptado como eximente que al mando de las tropas del Athletic Club estaba Javier Clemente.

Es un orgullo de país que España, junto a Noruega e Irlanda, reconozca el Estado de Palestina. En cambio, Feijóo hace el melón con Meloni y ensalza el neofascismo de la italiana para triturar migas juntos en Europa. A los de Génova ya les llaman los PPeroni de la derecha. Han pasado de la foto de Colón con sus socios ultras, a la foto de Milei con sus amigos empresarios. Los mismos perros con diferente collar. Siempre será mejor tener de presidente a un Perro Sanxe que a un dirigente que se comunica con los espíritus de sus perros muertos.

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