Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Parábola del guerrero

Una antigua parábola oriental presentaba a un omnipotente emperador en pleno dominio de sus naciones. Había derrotado a todos sus enemigos, conquistado sus territorios y sojuzgado a sus súbditos. Su sueño de convertirse en el señor del cielo y de la tierra parecía haberse cumplido y muchos años transcurrieron felizmente para él... Hasta que un día, en el patio de armas de su palacio, uno de sus comandantes, pertrechado con todas sus armas, avanzó hacia él y se quedó inmóvil mirándole fijamente. El comandante estaba solo, pero en ese momento el emperador se supo perdido.

Yo no sé si Pedro Sánchez habrá experimentado una sensación parecida frente a Felipe González, Alfonso Guerra, Javier Lambán o Emiliano García-Page, los capitanes socialistas que se han enfrentado a «su majestad», como le llama en coña Santiago Abascal. Hasta el momento, esos enfrentamientos fraternales, pero nada fraternos, no han sido individuales ni frontales, sino un tanto indirectos, circunstanciales o fruto de la tensión externa de la política nacional y de las tensiones internas del PSOE, pero el hecho es que le tienen ganas.

Lambán, en la reciente presentación de su libro de memorias en Madrid, vino a señalar a Page como el guerrero de la parábola que tal vez podría deponer al emperador del relato. Según vino a insinuar el expresidente aragonés, sería el presidente manchego el señalado para enfrentarse a Sánchez por el futuro control del partido.

¿Qué dice a eso Page? El propio interesado no solo no se ha descartado, sino que ha declarado en varias ocasiones no estar a las órdenes de Ferraz. De ahí a dar un paso al frente apenas hay distancia. Pero, antes de lanzarse, Page deberá medir bien sus fuerzas, no sea que le pase lo mismo que al listo de Pablo Iglesias o al tonto de Rufián, que calcularon mal al enfrentarse con «su majestad».

Los enemigos de Sánchez le aventuran, además de la pérdida de la entrañable amistad de Milei, toda suerte de calamidades y desgracias, entre las cuales la destrucción, por su mano, del PSOE. Después de Sánchez, ¿quién y qué?, vienen a preguntarse esos adversos augures.

Page podría tener la respuesta.

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