Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Amnistía

La llamada «Ley orgánica de Amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña» vulnera, según los juristas de las Cortes de Aragón, toda clase de principios constitucionales y derechos legales, por lo que aconsejan a nuestro Parlamento autónomo y al propio Gobierno aragonés recurrirla ante el Tribunal Constitucional.

Las Cortes de Aragón no serán la única institución que impugne esta absurda e interesada ley orgánica (modelo legislativo por el que antaño Francisco Franco, y hogaño Pedro Sánchez, parecen sentir predilección). Otros parlamentos autonómicos lo harán asimismo, y por idénticas o muy parecidas razones al nuestro.

Entre esas razones de peso, según razonamiento de los servicios jurídicos de la Cámara aragonesa, el argumento fundamental de su inconstitucionalidad: el hecho de que la figura de la amnistía no se encuentre prevista en la Carta Magna, y de que sólo pudiera aprobarse si la Constitución fuese previamente reformada. Supuesto que ni siquiera se ha planteado, y que habría exigido un referéndum nacional, mediante el cual todos los españoles pudieran expresar su opinión al respecto.

El informe de los expertos de La Aljafería recuerda que en la Constitución del 78 la única referencia a las medidas de gracia se reduce al indulto particular, especificándose en el texto constitucional la imposibilidad de aplicar «indultos generales». Por tanto, la amnistía quedó descartada expresamente.

Tampoco el Código Penal español recoge la amnistía entre las causas de extinción de la responsabilidad penal. De ahí que la ley orgánica de Sánchez, redactada por Puigdemont, se haya saltado todos los controles constitucionales, todos los pruritos legislativos, naciendo a la vida política (para prolongar la de Sánchez) gracias a una aritmética parlamentaria sumada por cuatro partidos que no sólo no acatan la Constitución, sino que la rechazan de plano.

Así y todo, en el caso de que los independentistas catalanes hubiesen mostrado algún tipo de arrepentimiento, de propósito de la enmienda, el compromiso firme de no volver a atentar contra la unidad del país, tal vez podría haberse aplicado alguna medida de gracia. Pero han hecho todo lo contrario: ufanarse de haber doblado el pulso al presidente español y seguir urdiendo la secesión.

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