Opinión | LA RÚBRICA

El ‘Código Peinal’

Los efectos secundarios son nuestra principal preocupación. No confiamos en lo evidente porque nos atrae más lo consiguiente. Los humanos somos seres retorcidos. Priorizamos confirmar prejuicios, antes que encontrar lo que buscamos. Actuamos como detectives de nuestras sospechas para demostrar que la inocencia es una culpabilidad invisible. Vemos venir a los demás porque sabemos dónde van, antes de que fijen su rumbo. Nos va lo alambicado porque preferimos escudriñar que mirar. Lo tortuoso nos parece más veraz que lo simple, ya que lo farragoso se aleja de lo soso. Demostramos lo cultos que no somos, disimulando la hambruna de sapiencia, envueltos en una capa churrigueresca de personalidad estevada. La arruga será bella, pero las neuronas tienen más pliegues sinuosos que una sábana bajera. De aquí debe venir la expresión «navajera», como ejemplo de esa batalla desigual entre lo textil y lo racional que siempre gana la ropa de cama. Que me despisto. Lo laberíntico nos parece natural y lo sencillo postural. Respondemos con arabescos a preguntas analfabetas, para doctorarnos como académicos del comportamiento. Al mismo tiempo, interrogamos con circunloquios, para evitar contestaciones lógicas, y así suspendemos el examen de los interpelados antes de que emitan su veredicto.

Valoramos de forma positiva a las personas enrevesadas, ya que son seres complejos. Pero insultamos a los individuos de sencillez humilde, llamándoles simples. Nos graduamos en pedantología, huyendo de la pedagogía para expresarnos y abusando de la pedantería para exhibirnos. Justificamos la sinrazón con el embrollo, para dar apariencia de verosimilitud a lo que es una creencia. La convicción ideológica o religiosa somete a la verdad porque el fin justifica los medios y los miedos. De este modo, las conclusiones preceden a unas acciones que están destinadas a certificar la profecía autocumplida del relato. Corromper la realidad para adaptarla a la ficción dogmática particular es un delito de lesa objetividad.

Un perverso es un malo retorcido. Las personas pérfidas encubren con su habilidad demoniaca parte de la maldad que desprenden. Pero diseccionando su maquinaria endiablada, vemos que los diabólicos engranajes suizos de su mentalidad son agujeros llenos de vacío, tan elementales como Emmentales. La malignidad es una cualidad natural que no necesita amargantes ni espesantes. Hay gente tan borde, que muscula su mala leche a base de anobolizantes, que da gusto mandar a la mierda.

Cambiando de tema, o no, les hablaré del juez que lleva la diligencia contra, y no sobre, Begoña Gómez. Lo hace con ímpetu, y tantos caballos de fuerza como herraduras tenía el famoso carruaje de la película que dirigió John Ford en 1939. En este caso, nuestro togado sería capaz de hacer el indio y desempeñar a la vez papeles complejos como los que representaron actrices y actores de la talla de Claire Trevor, Thomas Mitchell o Berton Churchill. Este señor se merece un alrevesado respeto como persona y magistrado. Peinado, que tiene nombre de emérito y apellido a raya, da crédito a los bajos fondos de la información y éstos le devuelven sus intereses. Entra en campaña electoral, con forzados argumentos, utilizando fórceps legal y motosierra procesal. Son más bien energumentos. Desprecia a la UCO de la Guardia Civil tanto como lo hacen en Génova. Este juez no es un bobo solitario que se toma la política por su mano. Para la fachamanada, este justiciero descifra el código Da Vinci de los ángeles y demonios de la izquierda. Una ficción, atractiva para los seguidores del arca(da) de la alianza entre Feijóo y Abascal, pero tan alejada de la realidad como lo están de su santo grial del poder. El juez en cuestión se rige por su propio Código Peinal para aplicar la justicia punitiva. Es más digno ser lego en una materia que actuar como el playmobil de la serie 22. Una pena que los leguleyos ejerzan más con la vena que con la venia.

Las derechas echan cuentas electorales y les salen rosarios. Debe ser la razón por la que otros colegas de esta peña judicial permiten en Madrid las manifestaciones ultras de este fin de semana en la sede del PSOE. A Dios rogando y con el rezo dando. Los demás tenemos más fe en las votaciones que en las oraciones. Han modificado algunas letanías para mejorar su eficacia: diligencia sin inocencia, encausa por nosotros/juez inmisericorde, castiga por nosotros/espejo de justicia, condena con nosotros. Ave justicia purísima, sin Peinado concebida.

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