Opinión | Elecciones europeas

Los Sánchez resisten a duras penas

Cuatro puntos de diferencia permiten al PP soñar con La Moncloa, pero solo a lomos de una ultraderecha que se reproduce

Pedro Sánchez y Begoña Gómez.

Pedro Sánchez y Begoña Gómez. / EFE

Más de la mitad de los españoles no solo sienten un desprecio manifiesto hacia las elecciones europeas, sino que tampoco se molestan en ocultarlo. La votación de los supervivientes ha demostrado que el manual de resistencia del presidente del Gobierno no es completamente extensible a los Sánchez en pareja.

Los cuatro puntos de ventaja obtenidos por el PP no aclaran si el líder socialista le arrebata el efecto Begoña Gómez al PP y al juez, dado que los populares han triplicado su margen de las generales. A dúo, los Sánchez han obtenido uno de esos resultados que tal vez obligan a posponer una 'Nueva carta a la ciudadanía'.

Los márgenes que definían una clara victoria del PP estaban definidos de antemano. A la lista encabezada solo teóricamente por Dolors Montserrat no le bastaba con obtener más votos que la candidatura de Teresa Ribera, un resultado evidente excepto para los fanatizados que tanto daño causan a la izquierda.

Un margen por debajo del cinco por ciento a favor del PP implicaba que Sánchez habría logrado frenar el flujo hacia la derecha, aunque sin ganar votantes a cambio. Es decir, el PSOE no vence pero los populares no convencen. Por encima del cinco, comenzaban las elucubraciones sobre un fin abrupto de la legislatura, en la senda de Emmanuel Macron como único líder europeo dotado de la audacia del primer ministro español. El margen de cuatro puntos remarca la indefinición que ya caracterizó las generales del 23J, donde la brecha no resultó definitiva.

En todo caso, Feijóo puede abandonar su sueño de alcanzar La Moncloa en solitario. Los partidos que superan con holgura el treinta por ciento de los sufragios tienen garantizado el acceso a la presidencia del Gobierno, pero siempre que dispongan de apoyos que han de llegar de una ultraderecha potenciada y que se reproduce.

Feijóo podrá evitarse de momento la incorporación de un familiar con garra a las campañas electorales. El margen discreto de las europeas, los comicios por antonomasia utilizados por dos de cada cinco votantes para castigar a su partido habitual, han confirmado las aspiraciones del líder de la oposición sin consagrarlo.

Los espejos en que se miraba Sánchez eran Macron o Scholz en Alemania.

Las dos locomotoras de la Unión Europea han experimentado un vuelco espectacular, que en ningún caso puede atribuirse la derecha española pese a su victoria relativa. A lo sumo, Feijóo abandonará su condición de único español que no quiere ser presidente del Gobierno.

La derecha no ha triunfado al activar una baza que consideraba un tesoro, y es probable que su ataque frontal a los Sánchez haya potenciado a las ultraderechas. Koldo era una apuesta más sólida que Begoña (se utiliza solo el nombre porque Sánchez también ha renunciado al apellido de su esposa para utilizarla como alma letal), pero el PP no ha sabido ejecutar ninguna de los dos. La pésima actuación de sus representantes en las tres comisiones parlamentarias de mascarillas ha contribuido a otra victoria agridulce, sobre todo cuando los cuatro puntos se reducen a dos escaños.

La derecha se dio cuenta demasiado tarde de que la imputación de Begoña no hería letalmente al PSOE, por la imprecisión inicial de unas acusaciones que curiosamente ganaban consistencia conforme crecía el descrédito de los denunciantes. El PP le puso en bandeja el martirio a un Sánchez reconvertido en actor dramático. Los conservadores que entronizaron al juez Peinado serán los primeros en exigirle responsabilidades por no haber desmoronado al PSOE.