No todos somos iguales. ¿O sí?

Ángela Labordeta

Ángela Labordeta

La portavoz de Más País en la Comunidad de Madrid, Mónica García, dijo el otro día en una de sus intervenciones: «No todos somos iguales». Con esas palabras la portavoz buscaba disculparse por beneficiarse del bono eléctrico y de calefacción para «consumidores vulnerables» que el Gobierno de Pedro Sánchez ofrece a las familias numerosas, a todas por igual. Y no pronunciaba esas palabras porque lo esté cobrando, asunto política y éticamente cuestionable, sino porque solo unas horas antes había pedido la dimisión del vicepresidente de la Comunidad, Enrique Ossorio, por cobrar esa misma ayuda al tener, igual que García, una familia numerosa. Ambos han actuado de la misma forma, que como decía es ética y políticamente cuestionable; sin embargo, García ha ido más allá y ha cometido un doble error al pedir la dimisión de Ossorio por hacer exactamente lo mismo que ella y añadir en su defensa que «no todos somos iguales».

Como espectadora de la situación, dejando de lado cuestiones y razonamientos ideológicos, Ossorio y García sí han actuado de la misma forma y hubieran seguido haciéndolo si nadie hubiera dicho nada, ya que legalmente tienen todo el derecho a recibir esa ayuda porque el Gobierno de España en su día decidió que era para todas las familias numerosas, independientemente de su renta o patrimonio. De ahí el doble error de la portavoz de Más País, quien, impulsada por esa tentación de la inmediatez y el barullo en las redes sociales, pidió la dimisión del vicepresidente sin ser consciente, imagino y me sorprende, de que su familia recibía la misma ayuda y al saberlo actúo como nunca un político debiera actuar en una situación así, declarándose distinta, como mejor, ante un actuación idéntica. Tremendo error. Seguro que el señor Ossorio tiene actuaciones por las que solicitar su dimisión, algo que él mismo dijo entre todas las tonterías que enunció al respecto de la citada polémica, señalando que estaba muy agradecido de que se pidiera su dimisión por este asunto, cuando existían muchas cosas que había hecho mal, haciendo referencia incluso, a los tiempos durísimos en Madrid de la reciente pandemia. Es una lástima que entre nuestra clase política falte respeto y sensatez y sobre precipitación y argumentos contradictorios y falaces, porque al final tendremos que pensar que quizá sí todos somos iguales cuando hacemos las mismas cosas, nos aprovechamos de las mismas ayudas y en nuestra defensa esgrimimos frases tan manidas como «no todos somos iguales».

En este asunto lo que chirría una vez más es la falta de decencia y ética, tanto de Ossorio como de García.

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