Campaña de memes

Carolina González

Carolina González

Nunca imaginé que esta incertidumbre generalizada que respiran algunos ante la cita electoral de mayo generaría semejante esperpento. Tampoco que los candidatos se prestarían a performances surrealistas más propias de películas de sobremesa del fin de semana que de actos políticos. Pero los nervios están a flor de piel y los equipos de campaña se están estrujando el cerebro para ser los más ocurrentes, efectistas y, en muchas ocasiones, ridículos.

Oficialmente la campaña no ha empezado y ya tenemos material suficiente para sentir vergüenza. El PP invitó a una predicadora evangelista de Usera a una suerte de hermanamiento con pueblos hispanos para bailar El Tiburón. Begoña Villacís, la única que a esta hora sigue en Ciudadanos en Madrid, hizo lo propio a no demasiados kilómetros, aunque disfrazándose del latino estereotipado: gorra, camiseta ancha y pantalón cuatro tallas más grande. Solo le faltó rapear. La desesperación es lo que tiene. En Barcelona, Clara Ponsatí ofreció una rueda de prensa tras regresar a España de su exilio voluntario de cinco años derivado del 17-O. Se pasó por el centro de la ciudad hasta lograr que las cámaras retransmitieran en directo su detención por parte de los Mossos d’Esquadra y volvió a mostrar esa imagen de víctima que algunos líderes independentistas continúan explotando hoy en día. Y eso que allí no celebran elecciones.

En Aragón, de momento, están más comedidos. Han pasado la Semana Santa caramboleando por el Bajo Aragón y tirando de la manga de Tomás Guitarte, a derecha e izquierda, por si acaso las encuestas más optimistas se cumplen para los de Aragón Existe y acaban siendo la nueva llave de la cerradura del Pignatelli. Azcón también ha aprovechado para irse de gira a Soria y Madrid, y Lambán para arremeter desde casa contra TV3 por un gag de humor con la Virgen del Rocío como protagonista. El resto, bastante tiene con solucionar el tetris que tiene entre desertores, tránsfugas, coaliciones y nuevos candidatos.

Por si fuera poco, entre medias, el Rey se sienta sobre un cajón y lo apalea con cierto ritmo en Cádiz para demostrar lo campechano que es, imbricando costumbres españolas de cada provincia que pisa. Si alguien cree que ya lo hemos visto todo, me da a mí que se equivoca. Seguro que no nos defraudan, porque a medida que se acerque la cita con las urnas el ambiente solo puede enrarecerse. No pestañeen, que se lo pierden. A algunos ciertas fotografías les van a perseguir el resto de su vida política. Que lo piensen bien los asesores, que en estos tiempos de redes sociales los errores se pagan en forma de meme.

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