Opinión | EL TRIÁNGULO

Campaña para Europa sin Europa

El PP compara ahora a Sánchez con Trump porque afirma que pretende influir en la campaña electoral haciéndose la víctima y poniendo en entredicho la justicia. El presidente sigue escribiendo cartas porque se siente acosado por la máquina del fango de la ultraderecha de la que pocos con cabeza y conocimiento político dudan ya. Vox arremete contra los de Feijóo porque quiere arañarle votos y obligarle a alejarse aún más del centro. Todos pretenden convertir a Begoña Gómez en el epicentro de sus discursos y prácticamente ninguno habla de propuestas europeas, algunos por voluntad propia, otros por la obligada defensa del honor de su familia.

La actuación del juez que ha decidido citar a la esposa del presidente del Gobierno antes de escuchar a los testigos y anunciarlo un mes antes, en plena campaña electoral, solo contribuye a intoxicar más las relaciones entre unos y otros. En una actuación atípica y controvertida, el magistrado ha evitado cumplir con la costumbre de los tribunales de posponer las decisiones judiciales que puedan interferir en el voto. Juan Carlos Peinado ha preferido arrojar más madera a esta particular hoguera de las vanidades y dar carnaza a quienes la ansían. Una lástima que la política acabe siendo de todo menos política.

Mientras tanto, la matraca de la posible corrupción y tráfico de influencias de la mujer del presidente deja en un segundo plano la confesión del presidente del PP de pactar con Junts una moción de censura tras la cita con las urnas del 9 de junio. Es la segunda vez que Feijóo habla de negociaciones con los de Puigdemont –acuérdense de aquel encuentro con periodistas donde reconoció haber hablado con los independentistas catalanes para intercambiar una amnistía a cambio de su apoyo en una investidura-. Justo lo que los populares critican a Sánchez.

Si finalmente esa alianza entre Junts y el PP saliera adelante, con el permiso de Vox de alinearse con ellos y que está por ver, ¿Alberto Núñez Feijóo sería un presidente legítimo si llega al poder aprovechándose de una amnistía que ha criticado e intentado impedir hasta la saciedad? ¿La aritmética parlamentaria sí sería válida en su caso? ¿Sus nuevos socios se convertirían automáticamente en demócratas constitucionalistas? ¿Seguiría arengando a los españoles a salir a la calle a manifestarse contra la amnistía? A ver si Gabriel Rufián fue un visionario cuando le dijo hace unos días, cara a cara en el Congreso de los Diputados, que acabaría pactando con Junts entre risas de la bancada popular. El portavoz de ERC conoce muy bien a la derecha catalana y su cintura quebradora, como ha demostrado en los últimos 40 años Convergencia i Unió, hoy transformada en la formación de los de Puigdemont. Hasta ahora todo es una hipótesis. Si acaba confirmándose me resultará muy interesante escuchar sus explicaciones.

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