Faltaba algo más de una hora para que comenzara el partido cuando empezaron a sonar las alarmas. Llevaba tiempo lloviendo en Miranda de Ebro y el césped de Anduva empezaba a inundarse a través de numerosos charcos en casi todas las zonas, aunque, sobre todo, en la banda opuesta a la que están ambos banquillos. La amenaza de suspensión tomó más cuerpo cuando el trío arbitral comprobó que el balón apenas corría por el verde. Y seguía lloviendo.

Los dos equipos fruncían el ceño. Ya vestidos de corto, los jugadores de Mirandés y Zaragoza miraban al cielo y todo se veía negro. En el conjunto aragonés se tenía claro que el partido no podía celebrarse. El lamentable estado del terreno no solo impedía la práctica del juego sino que ponía en serio peligro la integridad física de los futbolistas. Demasiado riesgo. De hecho, fue el Zaragoza el primero que propuso la suspensión. «Era imposible jugar allí», aseveraría después Víctor Fernández. El Mirandés aceptó la proposición de suspender el fútbol en Anduva. Faltaba por conocer el dictamen definitivo del árbitro, que, ya en su primera impresión, tuvo claro que apenas había opciones.

Poco después, Sagués Oscoz y sus auxiliares regresaban al terreno de juego para corroborar lo que ya conocían: el partido no podía jugarse en semejantes condiciones. Apenas un par de intentos con el balón, que se quedaba frenado siempre, confirmaron que el césped de Anduva no estaba por la labor. Solo faltaba que los dos equipos estuvieran de acuerdo y que ninguno de ellos forzara para jugar. Nadie lo hizo. Sagués Oscoz dio oficialidad a la suspensión. Se había aguado la fiesta. Y dejó de llover. Antes de retirarse a los vestuarios, la expedición zaragocista se acercó a la zona donde todavía aguardaban unos cuantos aficionados para darles las gracias por su presencia. Alguno de ellos no acababa de entender por qué no se habían apurado las opciones una vez que, por fin, había cesado la lluvia. Pero la decisión estaba tomada. Los 1.100 seguidores que se habían desplazado hasta Miranda de Ebro se habían quedado sin fútbol y emprendían el resignado viaje de regreso a casa.

En el acta arbitral Sagués Oscoz consignó en el apartado de otras incidencias que "realizada la preceptiva inspección del terreno de juego, a nuestra llegada a las instalaciones deportivas, 90 minutos antes de la hora prevista del inicio del partido, comprobamos que gran parte de la superficie del terreno de juego se encontraba impracticable para la práctica del fútbol, no botando ni rodando el balón en numerosas partes del campo, todo ello debido a las incesantes lluvias caídas en las horas previas al comienzo del partido. A las 20.30 horas se volvió a hacer una segunda inspección del terreno de juego, empeorando el mismo incluso con respecto a la inspección anterior. Por dicho motivo y a la vista de que las previsiones de lluvia posteriores a la hora del comienzo del partido no eran favorables, anunciando un alto porcentaje de nuevas lluvias, adoptamos la decisión de suspender el encuentro. Ambos equipos manifiestan, a través de sus delegados de equipo, su plena conformidad con la decisión de suspender el partido. Por todo ello, a las 20.40 horas se anunció a ambos delegados de forma oficial la suspensión del encuentro"

Además, el Zaragoza también realizó un comunicado oficial para explicar su posición sobre el aplazamiento y asegurando que se limitó a respetar la decisión del colegiado sin posicionarse sobre si el encuentro se debía o no disputar. "La decisión corresponde absolutamente al colegiado, Sagués Oscoz. El Real Zaragoza se ha puesto a disposición del colegiado y ha mostrado su colaboración en todo aquello que le fue requerido. La entidad se ha atenido al protocolo y los procedimientos referentes a la disputa del partido y ha respetado con absoluta pulcritud la decisión adoptada por el estamento arbitral, sobre la que no ha tenido influencia ninguna. En ningún caso se ha posicionado en relación a la disputa o no del encuentro, cuestión que ha de resolver el informe arbitral. El Real Zaragoza ha querido disputar el encuentro siempre dentro de unas condiciones que garantizaran la seguridad de los futbolistas y lamenta muy especialmente los problemas generados a la nutrida afición zaragocista desplazada a Miranda", explicó la entidad blanquilla en su web oficial.

La posible fecha

La confirmación del aplazamiento volvía a dejar al Zaragoza sin fútbol por tercera vez en poco más de media temporada y deja en el aire la fecha de celebración del partido. Ni se contempló la opción de que pudiera jugarse este domingo, ya que las previsiones metereológicas para las próximas horas son aún peores. El temporal 'Gloria' amenaza con precipitaciones incluso en forma de nieve, así que habrá que esperar.

Será la presencia de Zaragoza y Mirandés en la Copa del Rey lo que determine cuándo se disputará el partido aplazado ayer. No será la próxima semana, ya que ambos equipos afrontan partidos de Copa del Rey. Los de Víctor Fernández reciben el martes (19.00 horas) en La Romareda al Mallorca, mientras que el cuadro burgalés se jugará el pase a octavos de final con el Celta el jueves a la misma hora. Para entonces, El terreno de juego de Anduva presentará, previsiblemente, un aspecto mucho más adecuado para acoger un partido de fútbol.

Así que será el devenir de ambas escuadras en la competición copera lo que determine cuándo se disputará el partido aplazado ayer. Si Zaragoza y Mirandés caen eliminados en dieciseisavos, el choque pendiente se celebraría, seguramente, el miércoles 29 de enero, festividad de San Valero. Esa fecha está reservada para la disputa de los octavos de final de Copa y quedaría disponible si tanto aragoneses como burgaleses quedan apeados del torneo la próxima semana.

Ese día, además, se erigiría en un mal menor para la afición zaragocista, ya que, al ser fiesta en la capital aragonesa, la presencia de seguidores que podrían desplazarse sería mayor que en cualquier otro día entre semana. El siguiente encuentro que deberán afrontar ambos equipos está fijado para el 2 de febrero (el Zaragoza en Cádiz y el Mirandés en casa ante el Rayo Vallecano), así que los dos dispondrían de los mismos días de descanso.

Pero la continuidad de uno de los dos equipos -o de ambos- en la Copa del Rey supondría un serio problema a la hora de encontrar una fecha para la celebración del partido aplazado. Y obligaría a seguir esperando a que ambos quedaran excluidos del torneo del KO. En ese escenario, la fecha que pasaría a estar sometida a una estrecha vigilancia sería el 5 de febrero. Para ese miércoles -o el martes o el jueves- está programada la celebración de la ronda de cuartos de final, la última eliminatoria a partido único en el nuevo diseño de esta competición.

A partir de entonces, la Copa pasa a disputarse a doble partido. Así, la ida de las semifinales se disputará una semana más tarde (el 12 de febrero), mientras que la vuelta será el 4 de marzo. La final no se jugará hasta el próximo 18 de abril.

De este modo, Zaragoza y Mirandés se enfrentan a la imposibilidad de buscar una posible fecha para recuperar el terreno perdido siempre que al menos uno de ellos se mantenga vivo en la Copa del Rey. El encuentro se disputará cuando ambos acaben su participación en el torneo, eso sí, siempre que no se produzcan nuevos aplazamientos, algo que, dados los precedentes, convendría no descartar.

El Real Zaragoza, ya en casa tras el viaje en balde a Miranda de Ebro, afronta una situación conocida. Y en los dos aplazamientos anteriores impuso que el partido aplazado se jugara cuanto antes. Ahora, aunque el deseo es el mismo, la Copa del Rey es la que dicta sentencia. Cuando desaparezca del mapa, el terreno quedará libre. Mientras tanto, habrá que esperar. No queda otra.