El Real Zaragoza ha incorporado a Toño Torrecilla, hermano de Miguel, y a Javi López a la secretaría técnica. Se trata de dos peticiones expresas del director deportivo desatendidas a su llegada el invierno pasado por los dirigentes del club como consecuencia de la situación de incertidumbre e interinidad institucional creada por el proceso de venta de la Sociedad Anónima, finalmente aún no culminado, y atendida ahora, toda vez que el escenario accionarial se mantiene y las exigencias de la temporada obligan a tomar determinadas decisiones.

A simple vista llama la atención que una de las contrataciones sea el hermano del propio Torrecilla. Un detalle tentador pero secundario si se tiene en cuenta que ambos han trabajado juntos en proyectos anteriores, en el Celta, el Betis o el Sporting por ejemplo, y la formación de este tándem ha sido algo recurrente en la carrera del director deportivo. No debería haber ningún conflicto ahí y tampoco en la decisión de la SAD de ampliar la secretaría técnica, que se había quedado muy mermada en número tras la marcha de Lalo y Barba. En esa parcela hace falta cantidad y, sobre todo, visión y calidad. Otra cosa es si los nombres son los adecuados. Su praxis lo determinará.

El momento no es bueno tampoco. La popularidad de Torrecilla está en mínimos por el pobre rendimiento de sus fichajes, especialmente los puntas, que todavía no han marcado en doce jornadas. En cualquier caso, un Zaragoza fuerte necesita una dirección deportiva fuerte. El problema no debe ser el parentesco. Debe ser su conocimiento del mercado y la categoría y trascendencia de sus decisiones. Que, por ejemplo, entre todos tengan mejor ojo que el que ha tenido Torrecilla para distinguir dónde hay un delantero capaz de marcar goles en 2021 y dónde no lo hay.