El Zaragoza volvió a empatar, las novenas tablas consecutivas, estas muy diferentes y dolorosas a todas las anteriores, tras una segunda parte terrible, en la que el equipo y JIM se empeñaron en mantener como fuera el tesoro que había encontrado Nano Mesa en el primer minuto. Y no lo lograron. El castigo fue merecido y, si no llegó antes o no fue mayor, el gran culpable fue Cristian, que salvó varios goles, uno cantado antes del descanso, pero no pudo evitar el tiro a bocajarro tras un mal despeje de Jair en un córner que trajo un regreso al descenso, al infierno, por culpa de ese tanto del Mirandés.

El Zaragoza vivió en una caída física evidente tras el descanso, con unos cambios del entrenador que no ayudaron en nada y que también señalan a los jugadores que salieron en teoría frescos para lograr el objetivo, que no se conquistó. Ese triunfo era un balón de oxígeno incalculable, era salir de abajo, encontrar un camino, aunque fuera lleno de obstáculos, pero el Zaragoza menguó hasta merecer perder y la grada estalló. No contra el técnico, héroe el curso pasado y que no encuentra la manera de que su equipo gane, y sí contra una directiva que de un tiempo a esta parte está empeñada en que el Zaragoza viva su peor pesadilla, con una noche de Halloween perenne, lejos de que solo se quede en la vivida este domingo en todo el mundo.

A uno de Racing de Avellaneda

Los gritos de «directiva dimisión» se escucharon altos y claros cuando Brugué anotó el gol del empate en la prolongación y se volvieron a oír cuando el colegiado señaló el final, lo mismo que los pitidos al equipo, confundidos con los del árbitro por una prolongación eterna. Esa espiral interminable de empates, que ya supera a los de Mallorca (73-74), Orihuela (90-91), Badajoz (97-98) y Leganés (03-04), supone el récord absoluto en el fútbol profesional español, ya que el Burgos hizo nueve a caballo de dos temporadas, y está a solo uno del récord absoluto, de Racing de Avellaneda. 

Lo cierto es que esta colección de tablas ha traído una crisis de resultados muy clara y el tiempo se le está agotando a JIM. Tiene crédito, el jueves toca ir a Burgos y el domingo viene el Sporting, dos citas claves para todo ya, y el club no desea tomar una medida drástica, pero el fútbol siempre señala a los entrenadores que no ganan, aunque sea el Zaragoza el equipo que más tiempo lleve sin perder, ya que no lo hace desde el 30 de agosto, 10 jornadas. Pero no vence. Y eso es insufrible, para la afición, harta de tanta mediocridad en estos años con la Fundación, y para el equipo, que acumula dudas y que ante el Mirandés soltó una segunda parte terrible, la peor de todo el curso de largo.

El Zaragoza no gana en La Romareda desde el 20 de mayo, es el único equipo de la categoría que no lo ha logrado y es el tercer peor local pese a tener el respaldo de una afición fiel, como se demostró de nuevo, apoyando en todo momento a sus jugadores, echando una mano pese al claro dominio del Mirandés, apretando los dientes como el equipo y solo estallando al final, con un nuevo empate, con un varapalo doloroso, aún mayor que el vivido en Montilivi.

En Gerona, el Zaragoza se quedó a pocos minutos de vencer. Contra el Mirandés fueron un puñado de segundos los que sobraron. Cuando jugaba bien, no ganaba. Si se adelanta, tampoco lo hace, igual que cuando lo hacía el rival, salvo en Alcorcón. Baja el nivel y ni la fortuna le echa una mano. El noveno empate es un salvoconducto a la crisis y el estallido final de la afición deja claro que está de lleno en el fango.