A pesar de los continuos desengaños, algunos de dimensión imponente como aquel de Las Palmas o el posterior contra el Numancia o el más reciente de la temporada del parón por la pandemia con el equipo lanzado hacia las alturas y en caída al regreso a la competición, la propensión de esta plaza a reilusionarse a la mínima oportunidad es natural y espontánea, tantas son las ganas existentes de celebrar algún éxito por todo lo alto algún día.

Ha vuelto a suceder esta temporada, marcada desde el inicio por una irregularidad tremenda, grandes problemas en La Romareda, dificultades para hacer gol y una inconsistencia excesiva que han tenido al Real Zaragoza habitualmente en la zona baja o media-baja de la tabla. Hace unas semanas, el equipo despertó de golpe y encadenó cuatro victorias consecutivas (Las Palmas, Sporting, Almería y Fuenlabrada) que rebrotaron la ilusión por ‘el y si...’, aunque fuera de manera tenue y prudencial después de tantos varapalos.

La fortuna, que la hubo en ese tramo de Liga, pero sobre todo la mejoría del nivel en el centro del campo con la incorporación de Eugeni y Jaume Grau, mezclados con las piernas de Francho, y los goles de Iván Azón relanzaron por un momento las expectativas. Las bajas de Jaume, Francho y Petrovic al unísono, especialmente de los dos primeros, han hecho mucho daño a un equipo que se ha caído futbolística y anímicamente en las dos últimas jornadas, como si no creyera en las utopías y fuera consciente del gran perjuicio que suponen esas ausencias para el rendimiento colectivo.

La fea derrota en Cartagena y el empate de muy última hora contra el Amorebieta han frenado la trayectoria ascendente del Real Zaragoza, al que la derrota de la Ponferradina este domingo con el Mirandés hubiera dado una ‘chance’ con mejores resultados en las dos pasadas jornadas, mirando especialmente el calendario del último mes de competición. La ilusión se ha quedado a ocho puntos de distancia después de la jornada 33, pensando en lo que pudo haber sido y no fue. Deshecha como dos peces de hielo en un whisky ‘on the rocks’.