Real Zaragoza

Mouriño, 'the special one'

El central uruguayo explota el cambio de sistema para instalarse en el once a base de fiabilidad 

Con Escribá solo jugó tres partidos completos y con Velázquez ya lleva dos

Mouriño encima a Puado durante el encuentro del pasado viernes.

Mouriño encima a Puado durante el encuentro del pasado viernes. / VALENTÍ ENRICH / SPORT

Jorge Oto

Jorge Oto

Santiago Mouriño llegó al Real Zaragoza avalado por su flamante fichaje por el Atlético de Madrid. La conexión entre clubs propició su llegada a La Romareda a través de un préstamo al que aspiraba gran parte de la Segunda División y que logró un equipo aragonés en el que, sin embargo, no ha contado con todos los minutos previstos cuando se rubricó la cesión.

De hecho, la presencia del uruguayo en las alineaciones había sido escasa hasta la llegada de Velázquez al banquillo. Con Escribá, aferrado a su 4-4-2 de cabecera, Mouriño apenas fue titular en cuatro ocasiones y en una de ellas (en casa contra el Alcorcón) fue sustituido al descanso tras una desafortunada primera parte. «No estaba acertado y tenía una tarjeta. Se le ha visto nervioso y cuando ves a un jugador así no quieres que contagie al equipo», argumentó entonces Escribá para justificar la sustitución del zaguero, que también formó de inicio en Cartagena (1-3) y en La Romareda frente a Racing (1-1) y Huesca (0-2).

Pero el relevo en el banquillo ha sido clave para Mou. De hecho, se diría que es uno de los futbolistas más beneficiados por el cambio de entrenador. Y es que Velázquez ha recuperado para la causa al uruguayo, sobre todo, por el cambio de sistema y la instauración de los tres centrales. Solo en Albacete, donde el salmantino mantuvo la defensa de cuatro, no apareció. Frente al Leganés, estreno de la nueva disposición táctica, y el pasado viernes ante el Espanyol, Mouriño formó junto a Jair y Francés para incrementar considerablemente la solvencia defensiva del Zaragoza.

Porque el uruguayo se ha adaptado bien a un sistema que le permite jugar más arropado y en el que, como quedó patente en Cornellá, puede explotar una de sus mejores cualidades: la velocidad. Ágil, dinámico, con buena salida de balón y atento en la marca y en la anticipación, Mouriño, de 21 años, parece haber llegado para quedarse. De hecho, los dos encuentros completos que ha disputado con Velázquez son casi tantos como los tres que jugó con Escribá, con el que estuvo muy alejado de su mejor versión.

Pero eso queda atrás. Como, seguramente, la posibilidad de que el Atlético de Madrid pudiera revertir en enero su cesión al Zaragoza por falta de minutos. Y es que la situación de Mouriño, un futbolista especial, ha cambiado. Para mejor, claro.