Real Zaragoza

El Real Zaragoza crece de atrás hacia delante

Entre Leganés y Espanyol solo han tirado una vez entre palos a un Zaragoza cada vez más seguro

Ni rastro hubo de Miguel de la Fuente en La Romareda, como tampoco incordiaron en exceso Puado o Braithwaite en Cornellá.

La progresión desde Albacete es evidente también en agresividad. Cinco faltas hizo el equipo en el Belmonte y 17 en las dos últimas citas

Once inicial del Real Zaragoza ante el Espanyol.

Once inicial del Real Zaragoza ante el Espanyol. / VALENTÍ ENRICH / SPORT

Jorge Oto

Jorge Oto

Julio Velázquez tiene claro que el nuevo Real Zaragoza ha de construirse de atrás hacia delante. El rescate de la seguridad defensiva y la sobriedad emerge como requisito indispensable en el plan del técnico salmantino, cuya mano ya se nota en un equipo en el que se fija como objetivo esencial la recuperación de la consistencia perdida.

Eso, la solvencia, preside el efecto Velázquez que marca la mejoría de un Zaragoza que tan solo ha recibido un disparo entre los tres palos en 180 minutos. El dato adquiere especial relevancia en función de la entidad de los rivales (Leganés y Espanyol), ante los que el cuadro de Velázquez ha sido capaz de exhibir rigidez, orden y seguridad hasta el punto de anular a algunos de los mejores delanteros de la categoría. Ni rastro hubo de Miguel de la Fuente en La Romareda, como tampoco incordiaron en exceso Puado o Braithwaite en Cornellá. Ninguno de ellos miró de cerca a Rebollo y solo el exzaragocista tuvo cierto protagonismo al iniciar la jugada del gol de Edu Expósito para el Espanyol. Fue el único disparo a puerta concedido por el Zaragoza en las dos últimas contiendas.

La tercera mejor marca de goles en contra desde el último descenso

En las últimas temporadas, el Real Zaragoza se está mostrando como un equipo fuerte en defensa y al que resulta difícil hincarle el diente. También este curso está siendo así. De hecho, los 18 tantos recibidos en las 19 jornadas disputadas suponen la tercera mejor marca desde el último descenso, solo superada por los 17 que se habían recibido a estas alturas de la pasada campaña y los 16 de la anterior. De este modo, el Zaragoza acumula tres temporadas consecutivas llegando a las dos últimas fechas de la primera vuelta habiendo encajado menos de un gol por partido. El peor registro del conjunto aragonés en este apartado fueron los 28 tantos que había recibido ya en la 14-15, la segunda tras su última caída a Segunda.

El avance desde el horroroso partido en Albacete es significativo. En el Carlos Belmonte, el equipo aragonés fue sometido por los manchegos, que dispararon en 18 ocasiones, cinco de ellas a puerta. Sin embargo, frente al Leganés, líder de la competición, el Zaragoza solo permitió cinco ensayos de los que ninguno de ellos encontró portería. Por su parte, el Espanyol lo intentó en ocho ocasiones y solo una vez (el gol) el balón acabó entre los tres palos. Eso sí, la expulsión de Calero apenas iniciado el segundo periodo condicionó a un conjunto catalán que, a partir de entonces, se dedicó más a nadar y guardar la ropa.

Más agresivo

Pero es que el cambio también es notorio en lo que a agresividad se refiere. Porque si en Albacete el Zaragoza tan solo cometió cinco faltas durante todo el partido, en los dos últimos encuentros ha pasado a realizar 17 en cada uno de ellos, señal inequívoca de la mayor intensidad, energía y vigor instaurados por Velázquez a raíz de su llegada. «Todo debe tener más armonía. Es un palo para los chicos porque vienen de una dinámica fastidiada y hay que trabajar con ellos a nivel emocional. La confianza la dan los resultados, así que en lo que tenemos que hacer hincapié es en hacer un trabajo con calidad, que haya exigencia y responsabilidad, y que eso nos acerque a ganar partidos para mejorar los estados de ánimo», dijo el salmantino tras la derrota en tierras manchegas.

Y el Zaragoza no ha parado de crecer desde entonces. Y lo ha hecho desde atrás hacia delante. En ese escenario, el sistema de tres centrales encaja de lleno en el plan del técnico, que ha recuperado para la causa a jugadores con escaso protagonismo y que, sobre todo, ha devuelto la confianza a un equipo que la había perdido y que también ha mejorado con balón. Ya no se muestra tan impreciso y la precipitación y ansiedad denunciadas por Velázquez tras el fiasco en Albacete han dado paso a una mayor seguridad en el pase y más eficacia en los duelos. 

Dos goles encajados en los tres últimos partidos y una sensación de mejoría evidente anuncian un Zaragoza renovado. El efecto Velázquez, por ahora, funciona.