REAL ZARAGOZA

La mano de Víctor Fernández

El Real Zaragoza ya fue ante el Tenerife el equipo decidido, valiente y que va a por la portería contraria desde el principio, como quiere su entrenador

Víctor Fernández gesticula durante el partido del domingo frente al Tenerife.

Víctor Fernández gesticula durante el partido del domingo frente al Tenerife. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Al tercer partido Víctor Fernández consiguió eso tan difícil de que los hechos y las palabras coincidan. El técnico, del que ya se conoce desde hace décadas su gusto futbolístico, venía hablando desde su regreso de que su equipo tenía que ser atrevido, de que tenía que llegar muchas veces para intentar paliar así su falta de gol, de que debía buscar siempre el área contraria. Pero en los dos primeros partidos los jugadores, quizá algo agarrotados por la mala racha que atravesaban, no habían conseguido plasmar sobre el césped esas ideas. En cambio, contra el Tenerife sí se vio todo lo que había dicho antes Víctor Fernández y su Real Zaragoza empezó a ser suyo de verdad.

De entrada, el técnico cambió su idea de las dos jornadas anteriores para alinear a dos delanteros, Azón y Bakis, con Mesa y Valera llegando por las bandas y desde la segunda línea. Y el equipo entendió el mensaje y salió decidido a por el partido. Buena muestra de ello es que a los cuatro minutos de juego ya había obtenido tres córners, señal inequívoca de que el Real Zaragoza estaba permanentemente buscando el área rival. Al tercero acertó Francés a rematar a la escuadra un zapatazo desde el segundo palo tras el envío de esquina de Toni Moya.

Tuvo suerte el equipo aragonés al adelantarse tan pronto, pero la suerte es para el que la busca y a fe que el Real Zaragoza salió con todo a por ella. Después el resultado del partido bien pudo ser otro, tanto si el equipo zaragocista no hubiera acertado con alguno de sus remates como si el Tenerife sí lo hubiera hecho en los dos mano a mano que tuvo antes de que empatara Ángel. Edgar Badía salvó por dos veces a su equipo, la primera ante el propio Ángel, la segunda ante el zaragozano Roberto López, que disparó demasiado centrado. El Zaragoza concedió varias ocasiones claras fruto de ese querer ir a por el rival. Esas tres primeras fueron balones a la espalda de los centrales.

Es el riesgo que hay que asumir para llevar a cabo la idea de Víctor Fernández. Los partidos así son más abiertos y, por tanto, pueden escapar más fácilmente del control, pero también así un equipo como el Real Zaragoza, tan discutido con el gol tantas veces este curso, tiene más opciones de éxito. Lo sabía Víctor Fernández y por eso quiere que su equipo juegue así, como el pasado domingo, buscando las llegadas continuamente al área rival, bien por dentro, bien por fuera, acumulando gente arriba, mirando a los ojos al portero contrario y no aguardando a ver si cae alguna mientras se intenta mantener la puerta propia a cero.

Nada más empezar

Contra el Tenerife acumuló ocasiones desde el principio. Azón protagonizó las dos primeras, bien respaldado por Valera y Mesa, Francés marcó a la tercera y todo en apenas cuatro minutos. Mesa y Azón lanzaron otra contra en el minuto 11, en el 14 marcó Mesa pero el VAR decretó fuera de juego. Después llegó la reacción del Tenerife y el empate, pero esta vez ese golpe no noqueó al Zaragoza, que se levantó pronto para volver a ponerse por delante. Fue Azón en el minuto 44 y dos después aún tuvo otra llegada que no pudo culminar Valera.

La segunda parte comenzó con el gol de Mesa, poco después se pidió un penalti que el VAR no consideró suficiente y el equipo siguió acumulando llegadas que culminó bien pero sin acierto, como un disparo de Lecoeuche desde la frontal en el minuto 70. En total LaLiga contabilizó 11 remates a puerta del Real Zaragoza, por los nueve del rival, y 9 saques de esquina, por los dos que lanzó el Tenerife. No es que el equipo aragonés pasara por encima de su rival, ni siquiera tuvo más el balón (34%-66% fue la posesión), pero sí acumuló méritos suficientes, en forma de llegadas y de remates, como para poderse llevar el partido. Es lo que venía pregonando Víctor Fernández desde que regresó a La Romareda pero que hasta ahora no se había visto con tanta claridad. Este es el camino y esta es la mano del técnico, que ya hace coincidir las palabras y los hechos.

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