La pizarra de Natxo González

Cabeza y corazón

El equipo sacó a relucir el corazón, ejemplarizado en Iván Azón, lo que le permitió rescatar un punto valiosísimo. Aunque es evidente que para el futuro no es suficiente

En juego posicional tuvo poca continuidad y le siguen faltando dos laterales que den amplitud y profundidad al juego

Maikel Mesa presiona a un juugador del elche en el partido del domingo.

Maikel Mesa presiona a un juugador del elche en el partido del domingo. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Natxo González

En un partido de fútbol, además de la estrategia a utilizar en función de diferentes condicionantes, hay que jugar con dos conceptos fundamentales como son la cabeza (inteligencia) y el corazón. Ambas tienen que formar parte de esa preparación individual en beneficio del colectivo. Por un lado, la cabeza te permite jugar bien: entender el juego, tomar buenas decisiones… Por otro lado, el corazón te da raza, intensidad, ganar duelos.... En temporadas tan largas normalmente pienso que debe prevalecer la inteligencia. El corazón hay que cuidarlo y tenerlo fuerte para cuando llega la hora de la verdad, que es este último tramo. Víctor Fernández en la previa ya habló de que había que jugar con mucho corazón…

Repitió el mismo once que los dos partidos anteriores, manteniendo a Iván Azón en costado izquierdo y a Maikel Mesa por dentro. Ya en los primeros quince minutos se vio a un rival más dominador (69% de posesión) con un Real Zaragoza conservador, tratando de encontrar la portería contraria en transiciones. El Elche se estructuró con una salida de tres, formada por un central y dos laterales (curiosa la posición de Mario Gaspar; defensivamente actuaba de central y en ataque de interior), dos pivotes (descolgándose uno de ellos, normalmente Nico Castro), dos extremos, dos jugadores interiores ocupando cuadrados y el punta referencia. Por su parte, el equipo zaragocista en el fútbol posicional tuvo poca continuidad. Con un juego interior muy poblado, al Zaragoza le siguen faltando dos laterales que den amplitud y profundidad al juego. Fruto de ese dominio, el Elche dispuso de dos ocasiones en el primer tiempo que no supo aprovechar.

El segundo comenzó abrumador por parte de los visitantes que se pusieron por delante en al marcador y pudieron sentenciar en el primer cuarto de hora. No lo hizo el Elche y el Real Zaragoza, con el cambio de sistema (en rombo) y en una jugada aislada, consiguió empatar gracias a un gol de corazón de Iván Azón. El partido se fue abriendo y en este contexto el equipo tuvo más llegada y sensación de peligro. Cuando estaba el partido perdido, el equipo sacó a relucir el corazón (ejemplarizado en Iván Azón) lo que le permitió rescatar un punto valiosísimo. Aunque es evidente que para el futuro no es suficiente. Cabeza y corazón...