La 40ª jornada de Segunda

Sergi Enrich y la agonía

El tanto del delantero, su estreno goleador, dio un punto de oro para la salvación, un pasito pequeño para un equipo que es la viva imagen de la endeblez y que esta vez se agarró a un certero cabezazo de un futbolista que no ha dado el nivel esperado, pero que nunca le perdió la cara al curso y aportó mucho desde dentro

Sergi Enrich celebra su gol al Racing de Ferrol que supuso el empate.

Sergi Enrich celebra su gol al Racing de Ferrol que supuso el empate. / JAIME GALINDO

Tuvo el gol de Sergi Enrich en el 93 el sabor de las dianas que dan títulos, aunque este tenía un contenido mucho más vulgar, casi miserable, un gol solo para dar otro pasito en la agonía de este Real Zaragoza, un equipo muy vulnerable, agarrado a la capacidad de Liso y poco más, que se cae al primer golpe y en el que los rivales necesitan poco para dejarle desnudo en una endeblez que asusta. 

Al Racing de Ferrol le bastaron unos pocos minutos del mejor Álvaro Giménez en la segunda parte para mandar a la lona a un equipo en el que Víctor no ha dado con la tecla en la reconstrucción futbolística de un bloque que tomó hundido en marzo y que sigue sin poder salir del todo a flote, con tres de renta cuando restan dos jornadas (Racing en El Sardinero y Albacete en La Romareda) y la permanencia matemática aun a dos puntos, con un Mirandés-Amorebieta que tiene un valor tremendo en la última jornada para certificar ese tristísimo objetivo de seguir en Segunda.

Se estrenó con el gol Enrich, al que Víctor olvidó a su llegada, señalado por muchos y que no ha tenido apenas ocasiones en el once. Ha sumado dentro, en el vestuario (baste recordar los elogios públicos de Azón), y en el trabajo físico del día a día está acabando mejor que la mayoría de la plantilla y por fin encontró el premio de la diana, en un remate de cabeza a centro de Francés que dejó petrificado a Cantero. La derrota era un pasaporte a un sufrimiento insospechado, el empate es un paso que no elimina la agonía, pero que al menos acerca un poco el objetivo. 

Escasa mejoría

Y eso llegó gracias a Enrich, un tanto celebrado con una alegría superlativa por todo el banquillo con el menorquín, un gol que tiene sabor a decisivo, aunque aún quede por remar para este Zaragoza que gana poquísimos partidos, que le cuesta un mundo funcionar como bloque y que se disuelve como un azucarillo. Eso apenas lo ha logrado mejorar Víctor, que le ha dado quizá más llegada al equipo, pero que también es más endeble atrás, con ocho jornadas seguidas encajando, un dato terrible.

Esa agonía, esos 10 puntos de 30 posibles con el entrenador zaragozano, un paso de tortuga para certificar la permanencia, se ha reflejado en que el Zaragoza pueda llegar a la última jornada sin estar en la orilla para que La Romareda, que está sufriendo como nunca y que resiste de forma estoica y apoyando a un equipo y a un proyecto que no lo merecen, se sitúe al borde del infarto, donde ya vivió este domingo. Esa delicadísima situación mejoró con el cabezazo de Enrich, un gol que vale oro y que ajusta cuentas con un ariete que, pese no dar el nivel esperado, nunca bajó los brazos.