La opinión de Sergio Pérez

El futuro de Víctor Fernández y el futuro espléndido del Real Zaragoza

En una de esas frases redondas que siempre ha sido capaz de pronunciar, Víctor Fernández pidió en su presentación resolver un futuro delicado en el presente para, posteriormente, construir un futuro espléndido y brillante. Ha sido un camino muy tormentoso, pero la salvación ya es una realidad después de la gran victoria en Santander. Ahora, el destino está ya totalmente en las manos del aragonés y de sus designios. Delante tendrá un lienzo en blanco. El objetivo, crear otra gran obra más de 30 años después.

Primer plano de Víctor Fernández en una comparecencia del entrenador.

Primer plano de Víctor Fernández en una comparecencia del entrenador. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Sergio Pérez

Sergio Pérez

En la rueda de prensa de presentación en su regreso al banquillo en marzo, Víctor Fernández tuvo que levantarse de la silla con la voz entrecortada, alguna lágrima en los ojos y embargado por la emoción. Le costó completar aquella comparecencia, en la que, mal que bien, fue también dejando numerosos mensajes, como ha sido habitual en su carrera gracias a un don especial para elegir las palabras y transmitir lo que pretende con precisión.

Aquel día de marzo, el entrenador aragonés dijo esto: “Primero hay que mirar cerca para luego mirar lejos. Nunca tendremos un futuro espléndido y brillante si no resolvemos primero un presente delicado”. El Real Zaragoza ocupaba el puesto decimocuarto con 37 puntos, siete por encima del descenso y a once del playoff. Venía de encadenar una racha nefasta, un punto de los últimos 15, que se había cobrado el puesto de Julio Velázquez, el segundo entrenador que perdía su trabajo en La Romareda en una misma campaña después de Fran Escribá.

Estas once jornadas han sido muy tormentosas para el técnico aragonés, que se ha enfrentado a un escenario complejísimo, uno de los de mayor dificultad de su carrera junto a aquella promoción contra el Murcia en la que puso la primera gran semilla de su exitosa carrera. En Santander, contra el Racing, en la penúltima jornada de la temporada 23-24, el Real Zaragoza firmó la salvación matemática, un premio menor pero de obligada valoración por la extrema delicadeza que había alcanzado la situación.

El gol de Azón en el minuto 3 después de un robo de Toni Moya en tres cuartos y un exquisito tuya-mía con Maikel Mesa y el postrero de Enrich despejaron definitivamente el panorama y permitirán al club seguir en el fútbol profesional, un objetivo de mínimos para la nueva propiedad, cuyo balance a ras de césped en estos dos primeros años en la ciudad ha sido totalmente insatisfactorio y decepcionante.

Víctor Fernández lo reclamó en su presentación. Primero había que resolver el presente. Ha costado más de lo previsto, pero está hecho. Ahora toca lo siguiente, pensar en cómo construir un futuro espléndido y brillante, en sus propias palabras. Un futuro a corto y medio plazo que la SAD puso en manos del aragonés cuando lo contrató en marzo. Sobre su figura, de un modo o de otro, pivotará el nuevo Real Zaragoza. Delante tendrá un lienzo en blanco. El desafío, crear su otra gran obra más de tres décadas después de la primera. Y, aunque de una manera distinta, volver a hacer historia.