La opinión de Sergio Pérez

Los avisos de Víctor Fernández y todas las veces que ha venido el lobo

En 2014 y en 2022, el lobo estuvo a punto de comerse las ovejas y el Real Zaragoza sobrevivió a dos momentos societarios muy complejos de su historia, cada uno con connotaciones muy diferentes. Este año, a ras de césped, el equipo ha tenido una nueva advertencia de la historia. Con una SAD más sólida desde el punto de vista económico, es hora de que el club recapacite y encuentre el rumbo adecuado del negocio, es decir alrededor del balón.

Víctor Fernández, en la banda de El Sardinero en el partido ante el Racing.

Víctor Fernández, en la banda de El Sardinero en el partido ante el Racing. / CARLOS GIL-ROIG

Sergio Pérez

Sergio Pérez

En la primavera de 2014, el Real Zaragoza atravesó un momento crítico. Quienes estuvieron por aquel entonces en la primera línea de fuego siempre cuentan que el lobo estuvo a punto de comerse aquellas ovejas de lo famélico y descuidado que había llegado a quedarse el rebaño. Seguramente fue así, aunque para dejar caer al Real Zaragoza o permitir que desapareciera quizá hubiera hecho falta algo más que aquella monumental crisis a todos los niveles, de alcance histórico.

La SAD sobrevivió a aquel pasaje dramático, recuperó sus constantes y pudo continuar su camino por el fútbol profesional, lejos eso sí de la Primera División, su hábitat natural. En los ocho años con la anterior propiedad, el club acarició el ascenso una vez y se presentó en el playoff con muy buenas credenciales en otras dos. Nunca culminó la obra. En ese tiempo también pasó grandes penurias y sufrimientos para salvar la categoría y vivió episodios inverosímiles como el de Palamós ante la Llagostera.

Mal que bien, unas veces bien y otras mal, tomando la venta de patrimonio deportivo y de jugadores como palanca de supervivencia, el Real Zaragoza de la Fundación 2032 se plantó en el año 2022 con el fuelle económico y anímico agotado. Quienes estuvieron por aquel entonces en la primera línea de fuego siempre cuentan que el lobo estuvo a punto de comerse otra vez aquellas ovejas. Seguramente volvió a ser así, pero el Real Zaragoza sobrevivió de nuevo, como es difícil pensar que pudiera ser de otra manera con una institución que forma parte del ADN de esta tierra y que tiene una raigambre social extraordinaria. Estamos ante uno de los pilares identitarios de Aragón, con todo lo que ello implica.

La venta de la SAD al grupo de inversión al que Jorge Mas puso cara como presidente abrió una nueva era más internacional, con vínculos deportivos por todo el planeta, miembros importantes del fondo Ares dentro de la operación y un vínculo accionarial con pesos pesados del Atlético de Madrid. La operación fue avalada por LaLiga y, por supuesto, por la sociedad aragonesa, tanto en algunos de sus ámbitos de poder como socialmente, sobre todo por el aroma de seducción que desprendía la potencia económica individual de cada uno de los integrantes de la nueva sociedad anónima.

Los primeros pasos financieros del club fueron justamente en esa dirección. Un desembolso importante, especialmente en capital social y una lenta pero progresiva mejora en el límite salarial. A la par, la operación de la nueva Romareda, clave también fundamental para entenderlo todo, fue desatascándose y, en nada, empezará a ser una realidad con el derribo del Gol Sur este verano. La ciudad necesita ese nuevo estadio desde hace décadas.

Nadie hubiera imaginado entonces, en la primavera de 2022, con todas aquellas flores y parabienes, que hoy las cosas estarían a nivel deportivo como están. La primera temporada, siempre de gracia, fue mala: el equipo acabó decimotercero. La segunda ha sido peor. El pasado agosto, tampoco nadie hubiera intuido que íbamos a llegar a estos extremos.

Este pasado domingo, el Real Zaragoza consiguió la salvación de manera matemática en Santander y puso fin a una de las grandes agonías de la última década. Al final del encuentro, Víctor Fernández reflexionó en voz alta: “Estamos teniendo demasiados avisos, demasiados avisos. Hay que recapacitar sobre lo que está ocurriendo. Llevamos cuatro años salvándonos en la jornada 40. Esto es un sufrimiento insoportable. Hay que aprender y hacer las cosas bien”.

Ha sido una nueva advertencia más de la historia. Con una SAD más sólida desde el punto de vista económico, va siendo hora de que el Real Zaragoza recapacite en profundidad y de manera muy seria para encontrar el rumbo adecuado del negocio, es decir alrededor del balón, el modelo correcto, el punto ideal en la apuesta que sirva para poner la identidad y la calidad necesarias sobre el césped. Esta vez el lobo ha estado a punto de comerse las ovejas sobre la hierba misma.