Jueves Santo: la lluvia no traiciona a los cofrades en Zaragoza

Varias procesiones se han dejado ver desde primera hora de la mañana en el día grande por excelencia de la Semana Santa en la ciudad

El día en el que Judas Iscariote traicionó a Jesús de Nazaret, la lluvia decidió amainar y no le jugó una mala pasada a los miles de feligreses que siguieron atentos el día grande por excelencia de la Semana Santa de Zaragoza, Jueves Santo, preludio de la crucifixión y posterior resurrección del Señor. Desde el barrio de Torrero hasta el Casco Histórico, varias procesiones desfilaron por la mañana a lo largo de las calles de la capital aragonesa con salidas desde la Real Maestranza de Caballería, la iglesia de San Antonio de Padua, la parroquia de Nuestra Señora del Carmen y la iglesia de San Felipe.

Una de las más madrugadoras fue la Cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz con su paso de La Elevación del Señor y los tricornios de la Guardia Civil –hermana honorífica de la congregación–, que se dejaron ver desde primera hora de la mañana por las calles zaragozanas. A ellos se unían los hábitos blancos y los capirotes negros de los cofrades que formaron parte de la comparsa, a quienes siguieron atentos los locales y los foráneos, ayer desprovistos del as que han guardado bajo la manga estos últimos días: el paraguas.

Procesión titular de la Cofradía del Señor Atado a la Columna

Miguel Ángel Gracia

Solo una suave brisa impedía retirar la cazadora a quienes debatían sobre ello mientras esperaban la salida del paso y escuchaban, de fondo, los berrinches de los caballos. Todos los chascarrillos, desde los nuevos champús que se pueden encontrar en el mercado hasta otros tantos términos anglosajones, comenzaron a interrumpirse pasadas las 10.50 horas con la llegada de la banda de música y su orden a filas en la calle del Lucero.

Con una puntualidad que afinó el primer segundo de las 11.00 horas, un redoble de bombos y tambores llamaba la atención de todos los presentes. El silencio echó a correr por los recovecos que rodean a la Real Maestranza, aunque no fue hasta once minutos más tarde cuando se abrieron las puertas del edificio y dio inicio la procesión con las primeras percusiones.

Dos pequeños futuros cofrades, con sus tambores en la procesión.

Dos pequeños futuros cofrades, con sus tambores en la procesión. / Jaime Galindo

Luego se afinó la banda de música para dar la bienvenida a la imagen al mismo tiempo que algunos se atrevían a corear La muerte no es el final en homenaje a Los Caídos de las Fuerzas Armadas y los civiles hasta que, entre aplausos, los cofrades sacaron la imagen. También fue reconocida con aplausos la interpretación del himno nacional.

A la misma hora, la Cofradía de la Verónica exhibió a su titular con salida desde la iglesia de Nuestra Señora del Carmen y la Cofradía de la Crucifixión hizo lo propio con la procesión de las Llagas desde la iglesia de San Antonio de Padua. A las 12.00 horas, desde la iglesia de San Felipe partió la Cofradía de la Coronación de las Espinas con la mayor parte de los asistentes ya apoyando los chaquetones entre sus brazos. Entre el olor a incienso y los toques de corneta, los cofrades iniciaron su particular vía crucis para orar en las diferentes estaciones repartidas a lo largo del recorrido que abarca el centro de Zaragoza.

Con el lavado de pies y la traición de Judas a Jesús ya de cerca, la lluvia continuó a resguardo y permitió a los parroquianos disfrutar de más de una decena de procesiones vespertinas. Los primeros que dieron el paso fueron los costaleros de la Cofradía de la Institución de la Sagrada Eucaristía desde la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Entre otras tantas comparsas, los cofrades del Señor Atado a la Columna tiñeron de rojo el Casco Histórico y, ya en Viernes Santo, La Piedad abandonó la iglesia de Santa Isabel de Portugal.

En imágenes | Procesión titular de la Cofradía del Señor Atado a la Columna

En imágenes | Procesión titular de la Cofradía del Señor Atado a la Columna / MIGUEL ÁNGEL GRACIA