Qué difícil es reinventarse en un mundo ya muy manido como el de los reality shows. Es muy complicado escapar de los clichés habituales, de los clásicos que siempre funcionan como el morbo y dar una sensación al espectador de que todo lo que ve es real (pese a su nombre) y no una simbiosis bastante lograda entre la verdad y el teatro de quien sabe perfectamente que está siendo grabado y que se toma el concurso como una ventana a la fama.

'Insiders' se estrenó el jueves en Netflix y ha tenido una gran acogida entre el público. Primero, porque Najwa Nimri es una conductora del reality estupenda y muy adecuada para esa labor y porque, hasta en cierto modo, ese juego mental que exprime 'Insiders' tiene ciertas semejanzas con su personaje de Alicia Sierra en 'La casa de papel'. Y porque es un perfil distinto a lo que se acostumbra en estos concursos.

Pero su gran éxito ha estado en cómo conseguir que los concursantes se comportasen tal y como ellos son, con naturalidad, sin pose, trampa ni cartón. Por eso supone una revolución, algo nuevo y fresco. Todo comenzó ya en el casting, porque no se daban detalles más que el premio es de 100.000 euros y que vivirás algo totalmente nuevo. Nada más.

El 'timing' es perfecto

La clave fue hacer creer a los concursantes que se encontraban en la parte final de un casting en un plató sin terminar, con un montón de cámaras (70) y micrófonos ocultos (250) pero, en cambio, el concurso realmente ya había comenzado. Es la convivencia más pura y dura pero alejándose del tinte a veces teatral de 'Gran Hermano'. ¿Por qué? En GH todo el mundo sabe que está siendo observado y analizado, pero en 'Insiders' no, lo cual hace que cada persona se comporte tal y como es.

Es muy aclamada porque por un lado se muestra con total naturalidad lo que hay detrás de cámaras, porque hay que hacer ver realmente a los concursantes que efectivamente están en un casting y no ya en pleno reality. Y por otro se propone demostrar si somos iguales cuando nos graban y cuando no.

Pero además el programa consigue llevar al límite a los concursantes con cambios de guion que descolocan a los participantes y que les obligan a actuar. Y otro puntazo a favor es que se recupera la esencia de la gente anónima, sin rencillas personales, sin historias entre ellos antes. Puro conocimiento, exploración y descubrimiento.

Consigue con su edición que te pegues a la pantalla, que empatices con un personaje o con otro, que sientas emociones... Hay giros, secretos, revelaciones, mentiras y verdades. Y ojo, que Netflix, para no resolver el secreto, ya ha grabado más ediciones. Chapeau.

¿Pero cómo se gana? Los propios concursantes son los que votan a quién echar, pero también quién gana al final. Es decir, se busca al concursante de realitys definitivo y sin elección del público, como estamos acostumbrados.