El router es uno de esos elementos imprescindibles en el hogar. Internet ya hace tiempo que llegó a nuestras vidas y se ha convertido en un "cacharro" que forma parte de nuestra casa y que tiene la función de proporcionar conexión vía WiFi o vía cable a toda la estancia, además de permitir ver la televisión, entre otras ventajas.

Ahora bien, la tecnología, como todos nosotros hemos comprobar con nuestros propios ojos, evoluciona a una velocidad de vértigo. Hace cuatro días, como aquel que dice, teníamos unos móviles con teclas, tapa e incluso algunos gigantes con antena. Y eso ya era de por sí una revolución.

Ese avance de la tecnología, la fibra óptica, el 5G y otras mejoras en las comunicaciones ha propiciado que muchas veces nos quedemos anticuados o desfasados y es lo que se le está sucediendo a los routers de casa.

La recomendación de la OCU

Un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre la cobertura wifi del router realizado en cinco hogares con cinco operadores de telecomunicaciones diferentes, revela velocidades de bajada de datos cinco veces inferiores, de media, a las que se conseguirían con un buen modelo nuevo. Y tres veces inferiores en el caso de velocidades de subida. En ambos casos las mediciones se realizaron en la misma habitación del router o muy cerca, en la habitación contigua.

Entre las conclusiones del estudio, publicado en la revista Compra Maestra de Marzo, se destaca además el hecho de que este tipo de problemas son comunes a los distintos operadores de telecomunicaciones analizados e independientes del tipo de la velocidad contratada.

OCU considera que, si la velocidad contratada dista mucho de la que se recibe, si frecuentemente se desconecta el wifi o si se sufren parones en la visualización de vídeos o comunicaciones, el consumidor debe avisar al operador para que reconfigure los canales del router o actualice el firmware. Cuando estas operaciones no den resultado, el operador debería ofrecer el cambio gratuito del antiguo equipo por otro nuevo, sobre todo si han pasado ya más de tres años desde que se instaló. Si no lo hace, el consumidor debería insistir, alegando que los nuevos clientes, que pagan lo mismo, disponen de un mejor servicio.