La luz está en máximos históricos, más de un 500% más cara que hace un año. Y en el bolsillo de las familias se está notando muchísimo. En estos tiempos en los que la electricidad está a precio de oro cualquier pequeño truco o consejo es bien válido para reducir el coste de la factura y evitar luego sustos y costes demasiado elevados.

Parece que no, pero grano a grano se hace granero y si se tienen en cuenta varios factores la factura puede bajar bastante. Seguirá siendo cara, sobre todo si se compara con los últimos años, pero tendrá su incidencia en el precio final.

Por ejemplo, hay muchas personas que han cambiado ciertos hábitos. Intentan apostar por la luz natural o por formas de iluminación distintas, como los leds o las velas, que son muy económicas. También sirve poner la lavadora o el lavavajillas en las horas valle, es decir, generalmente por la noche, que es cuando más barata está la luz. De este modo se logran ahorrar unos euros que, a lo largo del año, se notan.

Y a la hora de cocinar también se puede ahorrar. En este caso, como es lógico, no podemos aprovechar para hacerlo de madrugada porque por nuestros horarios naturales o de trabajo debemos hacerlo al mediodía y al final de la tarde, pero siempre se puede rascar algo.

Los consejos

Son muy básicos y, sobre todo, sencillos de seguir. No te costará nada ponerlos en práctica y además tienen su repercusión en la factura. El primer consejo es que pongas la tapa de las sartenes y de las ollas o cazuelas (especialmente de estas últimas) porque los alimentos se cocinan antes y, por tanto, el fuego estará encendido menos tiempo.

El mismo principio usa el siguiente truco, que también sirve para que esté el fuego menos tiempo en marcha y, por tanto, se ahorre. Consiste en que, en la medida que sea posible (hay platos y alimentos que no son dados a ello), se utilice la olla exprés en vez de la de toda la vida. Así se reducirá drásticamente el tiempo de cocinado. Lo mismo sucede con el cocinado al vapor.

El siguiente consejo tiene que ver más con el desperdicio de energía y consiste en usar las sartenes, ollas o cazuelas del mismo tamaño del fogón para que no se pierda nada del calor y se vaya al limbo. Y por último, uno de los grandes consejos de las abuelas es aprovechar el calor residual. Una vez el fuego se apaga todavía está caliente y hay temperatura suficiente para que se terminen de cocinar los alimentos.