Seguramente te hayas despertado más de una vez pocos minutos antes de que suene el despertador y, si te ha ocurrido, sabrás que es una de las sensaciones más desagradables que existen. Da mucha rabia no aprovechar los últimos minutos en la cama, donde estamos tan a gusto.

Mucha gente cree somos muy inteligentes, que somos capaces de autorregularnos, que es una especie de don personal y que simplemente sabemos a qué hora nos toca despertarnos y, como si de un instinto animal se tratase, nos despertamos.

Pues no, que sepas que hay una razón y que es puramente científica. Pero en lo que sí que has acertado es que nuestro organismo es muy inteligente.

Los motivos

El cuerpo es capaz de medir el tiempo que pasamos dormidos. Aunque hay días de dormir más y de dormir menos, más o menos sabe las horas que dormimos y a qué horas nos solemos levantar. Entiende las costumbres que tenemos. Todo ello lo controla está controlado el núcleo supraquiasmático, que está en el medio del cerebro.

Pero no solo eso, también es capaz de controlar a través de las proteínas otros aspectos del cuerpo como el grado de despiertos que estamos o el grado de somnolencia. Es el encargado de decirte que te vayas a la cama o que te levantes de ella.

La razón es una proteína en concreto que se llama PER, ya que se encarga de regular los ciclos tanto de sueño como de vigilia. De un modo similar a lo que ocurre con el metabolismo, a lo largo del día tiene sus cambios. Va fluctuando para darnos sueño o espabilarnos y, si el cuerpo se acostumbra a unos horarios, la proteína nos irá despertando a base de liberar hormonas.