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DOBLES PAREJAS

Antonio de la Vega: «Rafa no ayudaba a las personas; se daba a ellas»

Antonio de la Vega: «Rafa no ayudaba a las personas; se daba a ellas»

Antonio de la Vega ha sido, como coordinador de la Obra Social de la parroquia del Carmen, uno de los impulsores de un curioso libro, 'Mil y una historias de la calle', escritas por Rafael Trívez Usón, trabajador y voluntario de la 'casa', fallecido en 2016.

-Pocas veces un homenaje póstumo está tan lleno de historias de vida.

-Sí, son historias vivas de la calle. Las que escribió Rafa Trívez. Yo creo que este libro que hemos presentado en su honor y con sus textos tendría que ser una obra de referencia en la Escuela de Trabajo Social. Lo más bonito es que son historias de Rafa, que no se limitaba a ayudar o estar con las personas sino que se daba a ellas. Y eso te toca el alma.

-Rafa fue coordinador y piedra angular en la Casa Abierta, proyecto de la Obra Social de la parroquia del Carmen.

-Sí. La Casa Abierta es un proyecto para acoger a personas de la calle con cronicidad, que se creó con infraestructura del Albergue de Zaragoza y voluntarios de nuestra Obra Social, hace 20 años. Para Rafa, ese proyecto que coordinaba era toda su vida. Él empezó a trabajar con estas personas de la calle intentando acercarlas a esta casa. Él era un enamorado de la gente. Se acercaba a ellos en plena calle, se iba a buscarlos, hablaba con ellos... Poco a poco, empezó a escribir también las historias de estas personas. Y las publicaba en su blog. Pero el 31 de diciembre de 2016, nos dejó.

-Y pensaron que recuperar las historias era el mejor homenaje...

-Con la ayuda de Gustavo García, que fue director del Albergue, nos pusimos a recuperar sus textos. Nos pareció que esta era la mejor forma de recuperar lo que él era. Y eso, que entre todas estas historias, faltaría la del propio Rafa. Lo que ha resultado es un libro que te toca el corazón y te ayuda a comprender mejor la vida.

-En el libro hay historias duras, pero también otras muy bonitas. ¿Con qué se queda usted?

-Rafa me enseño muchas cosas. Me enseñó a tratar a la gente, a acercarme a quienes viven en la calle. Y leyendo sus historias pienso en el dolor que sintió Toñete, que murió un invierno en la calle. O en lo importante que es llamar a la gente por su nombre. Rafa es un prueba de que no se trata solo de hacer cosas, sino de la calidad humana con la que impregnas tu trabajo. De que hay ponerse en los zapatos de la gente, juzgar menos y escuchar más. Y dejar de etiquetar.

-En la Obra Social de la parroquia del Carmen de Zaragoza, con sus 40 años de historia, habrá unos cuantos ‘rafas’.

-Tenemos 315 voluntarios y 12 trabajadores que son el alma de lo que hacemos. Toda nuestra filosofía parte de acercarnos a las personas, porque ellas son el centro. Actualmente, llevamos a cabo quince proyectos y atendemos a 320 personas al día. Pero de nada sirven los números si no empatizamos.

-¿Cómo entró en contacto usted con la Obra Social?

-Yo soy ingeniero. Siempre tuve muchas inquietudes en el campo social. Así entré en contacto con la parroquia y, hace siete años, el padre Vicente me pidió que pasase a ser coordinador. Los importantes son los trabajadores y voluntarios. Y también entender que la labor social es una actitud ante la vida y con cada persona, empezando con los que tenemos alrededor. A ver si, entre todos, conseguimos hacer una sociedad mejor.

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