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Marisa Vela: "Cuando das la oportunidad de ayudar, la gente no se lo piensa"

Marisa Vela: "Cuando das la oportunidad de ayudar, la gente no se lo piensa"JOSÉ MIGUEL CALVO

El voluntariado ha sido para ella una forma de vida. En 2007, con Ana Llombart, fundó la oenegé Amigos del Orfanato Estrella de la Mañana de la India. Desde aquí, llevan un año de lucha por ese país. Este fin de semana recuperan su mercadillo, en San Pablo.

Durante la pandemia, ha lanzado varios SOS sobre la situación en India. ¿Qué noticias les llegan?

La situación es realmente preocupante. Aparte de que en los propios hospitales carecen hasta de equipos de protección, hay una situación de hambruna impresionante. La gente vive al día. Lo que gana hoy es lo que come y, si no pueden salir, no comen. Están mucho más preocupados por el hambre que por la pandemia que, por otro lado, es casi incontrolable. ¿Cómo vas a controlar a gente que vive en la calle o en un slam? Cada día se dan una media de 380.000 nuevos casos en un país con una gran sanidad privada, pero con una pública absolutamente deficitaria.

Ustedes están logrando enviar ayuda...

En Mundgod --en la zona de Karnataka--, tenemos 50 o 60 familias que no tienen nada. Estamos haciendo lotes de comida y la policía está colaborando para el reparto. Ahora, a través del Ayuntamiento de Zaragoza, han sacado una convocatoria de emergencia con la que esperamos poder seguir ayudando a través de nuestros socios locales. Nos están pidiendo ayuda de varios colegios, de hospitales, de nuestro centro de formación profesional... Necesitan mascarillas, pantallas, epis, test rápidos, hipoclorito... Normalmente, mandar cosas es complicado, así que intentamos comprar allí, porque eso además fortalece el tejido económico de la zona. Pero si alguna empresa aragonesa nos escucha, ¡bienvenida!

No han parado de trabajar en todo el año y han conseguido reactivar su rastrillo, que volverá este fin de semana.

¡Ha sido increíble! El Aula de la Naturaleza, que era nuestra sede habitual, ya no estaba disponible para este tipo de actividades pero Zaragoza Vivienda tiene un espacio en San Pablo que se va a convertir en nuestro mercadillo del 28 al 30 de mayo. Tenemos muchas ganas y mucho que vender. Productos de la India, segunda mano, decoración...

Entiendo que, más allá del dinero de recauden, esto es una inyección de energía.

(risas) ¡Con todo el trabajo que nos genera el mercadillo, estamos más contentas que si nos hubiera tocado la lotería! Ten en cuenta que este año ha sido milagroso mantener todos los proyectos. ¡E incluso crecer! Hemos podido dar respuesta a todas las necesidades que han surgido en nuestros centros en la India y lo hemos hecho con imaginación. Todo el mundo ha respondido. Hay más gente que se ha hecho socia. Hasta hemos conseguido mantener el ciclo Moncayo de Música solidaria, cuyo próximo concierto será el 30 de mayo, en la sala Galve y con la Fundación Vicente Ferrer como invitada. Aunar cultura, música y solidaridad es algo precioso.

Ustedes presumen de que tienen un equipo pequeño pero muy comprometido.

Es curioso. Porque yo, que he trabajado en el hospital Miguel Servet y coordinaba el voluntariado, sé que es más fácil implicarte en aquello que ves. Pero en India, más allá de los viajes de sensibilización que hacemos, no lo ves. Nos hemos esforzado por ser muy transparentes pero, aún así, hay un nivel de confianza espectacular. Y mucha ayuda: Ozanam, un transportista que nos trae cosas gratis… La gente, cuando das la oportunidad de ayudar, no se lo piensa.

La oenegé que fundó, con Ana Llombart, y que hoy encabeza, empezó en una experiencia personal... ¡Han llegado lejos!

Esta aventura empezó con Ana Llombart. En un viaje turístico acabó en un pueblecito que se llama Mayapuri, donde conoció un orfanato llamado Morning Star. Volvió hablando de ello. Hicimos un mercadillo y, mandando el dinero, aquel lugar pasó de atender 7 críos a 17. Eso nos hizo sentir reponsables. Entonces, Ana y yo hicimos un viaje de seis días para ver lo que habíamos hecho. Después de eso, no hubo marcha atrás. En el 2007, nos fundamos como asociación y empezamos a crecer, a comprometernos. Y conocimos la zona de Karnataka, con los campos de refugiados.

¿Cuántos proyectos tienen ahora?

Tenemos varios centros en los que los chavales también duermen y comen; proyectos para discapacidad y mujeres sin recursos, un colegio con 350 chicos, echamos una mano en el hospital y en el campo de refugiados... E incluso ancianos becados. También estamos trabajando mucho con el tema del agua, que es un gran problema.

Para usted el voluntariado es una forma de posicionarse en el mundo.

Creo que debemos dejar este mundo mejor de lo que nos lo encontramos. El voluntariado en una manera de hacerlo. De hecho, es una filosofía que se transmite. Tengo una amiga que da el 15% o de su dinero o, si no lo tiene, de su tiempo, a quien lo necesita. Lleva haciéndolo toda la vida. Creo que tanto Ana como yo hemos conseguido transmitírselo a nuestras hijas. Y nos sentimos muy orgullosas.

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