La mala noticia es que las jóvenes se enfrentan a una nueva modalidad de acoso por parte de sus parejas: el digital, el que llega desde las redes sociales, o las conexiones de WhatsApp, la mejor herramienta para ser controladas. La buena noticia es que cada vez son más conscientes de que esto también es violencia de género y son más las que ponen freno a esta situación, buscan ayuda e incluso acaban denunciando. «El amor no es control» y la violencia de género no solo es física.

Así lo resumía la concejala de Mujer e Igualdad del Ayuntamiento de Zaragoza, María Antoñanzas, que, a la espera de conocer la memoria de los seis primeros meses del año, confirma que las atenciones del servicio municipal de la Casa de la Mujer han aumentado en los últimos meses, tras el descenso que se detectó durante los meses de confinamiento, cuando las víctimas no podían abandonar su hogar o tenían todavía más trabas para hacerlo. Y lo que es más preocupante, cada vez son más las jóvenes que acuden al servicio.

La jefa del servicio de Igualdad, Ana Gaspar, explica que tras los meses de confinamiento se registró un repunte en el número personas que acudían a la Casa de la Mujer en busca de ayuda y asesoramiento. «La tendencia es la habitual pero cada vez se denuncia más. Esto es muy importante», añade.

El perfil es muy heterogéneo, aunque en la Casa de la Mujer han detectado que cada vez acuden mujeres más jóvenes o de avanzada edad, tras años en los que la franja de edad oscilaba entre los 35 y 50 años.

En el caso de las jóvenes, también adolescentes, el servicio municipal tiene un programa paralelo de asesoramiento y acompañamiento de las familias porque, según explica Gaspar, es muy importante que los que rodean a la víctima estén fuertes y sepan cómo acompañarla en un momento tan complicado. A diferencia de lo que sucede en edades más avanzadas, suelen tener una amplía red.

Dar el paso y acudir a un servicio de ayuda, en el que una debe admitir que está sufriendo malos tratos, no es fácil. Cuando el maltrato es psicológico todavía cuesta más tomar la decisión porque es más complicado de demostrar. Además, hay que tener en cuenta que las víctimas suelen tener una baja autoestima y están inmersas en un proceso depresivo que lo dificulta.

En muchos casos, las mujeres dependen económicamente de sus parejas, otra piedra en el camino que deben saltar. El acceso a la vivienda, sobre todo si se tiene hijos, es uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan. Para tratar de ayudarlas a salir adelante, el consistorio ha puesto en marcha un plan de ayudas dirigidas al pago del alquiler o la hipoteca para víctimas de la violencia de género. La partida asciende a 150.000 euros y para acceder a los 1.500 euros anuales (que se abonarán en un único pago), deberán ser titulares de una hipoteca o de un contrato de arrendamiento, estar empadronadas en la ciudad y declarar unos ingresos brutos anules inferiores a 2,5 veces el IPREM (1.412,25 euros).

El consistorio ha ampliado con una vivienda más con capacidad para tres mujeres los pisos que tiene habilitados para acoger a víctimas de la violencia machista. En total, tiene cinco pisos tutelados, otros cinco de emergencia y seis viviendas para casos extraordinarios.