Los efectos de la crisis en la solidaridad

La inflación y la crisis económica frenan las donaciones de ropa en Zaragoza

Aropa2 y Cáritas recibieron 1.922 toneladas el año pasado, 56.000 kilos menos que en 2021 | El 60% de los textiles pueden reutilizarse para la venta de segunda mano o la entrega social

Una mujer separa las prendas que pueden ser utilizadas de las que se reciclaran o, directamente, irán al vertedero.  | JAIME GALINDO

Una mujer separa las prendas que pueden ser utilizadas de las que se reciclaran o, directamente, irán al vertedero. | JAIME GALINDO / carlota gomar

Carlota Gomar

Carlota Gomar

La subida generalizada de los precios ha obligado a los hogares a cambiar sus hábitos, a apretarse el cinturón, mirar al céntimo lo que se compra y darse menos caprichos. El sector textil lo ha notado especialmente y, aunque empieza a recuperar clientes, las ventas siguen un 30% por debajo de los niveles previos a la pandemia. Y si uno no estrena ropa, renueva menos su armario. Un efecto rebote que tiene consecuencias porque se donan menos prendas. Es lo que ha sucedido en Zaragoza, donde hay cerca de 400 contenedores en la vía pública donde se pueden depositar las prendas para que puedan ser reutilizadas por personas con menos recursos.

El coordinador de Aropa2, Julio Cortés, admite que la donación de ropa descendió el año pasado, cuando se recogieron 1.922 toneladas, 55.901 kilos menos en tan solo un año. Según explica, hay dos razones por las que se ha experimentado este descenso y una de ellas es la inflación.

«El efecto de la crisis económica se nota mucho, porque todos intentamos ahorrar y la ropa no deja de ser un capricho», señala Cortés, que recalca que en tiempos de crisis se confirma que «actualizar nuestro armario no es tan necesario porque podemos aprovechar la ropa durante más tiempo». Como dato, cada año se consumen entre 8 y 9 kilos de ropa por habitante y se mandan al cubo de la basura 390.000 toneladas de textil.

Respuesta social

La guerra de Ucrania también ha tenido su impacto. «La gente se volcó y donó mucha ropa a asociaciones y organizaciones que se encargaban de trasladarla hasta la frontera. La lectura es positiva, claro, pero es otro de los motivos por los que el año pasado se recogieron menos kilos de ropa en Zaragoza», añade Cortés, que considera que «es mejor la colaboración económica».

«Hay que tener en cuenta que enviar cada contenedor tiene un coste muy elevado, mucho más de lo que vale la ropa que normalmente se dona, por eso resulta más ventajoso y económico hacer una donación a través de las plataformas que activan las instituciones o administraciones», explica. Sucedió, por ejemplo, cuando el volcán de La Palma se llevó por delante decenas de hogares dejando a más de 2.000 palmeros sin casa, con lo puesto. «La respuesta ciudadana fue extraordinaria, pero es mejor enviar dinero», reitera el coordinador de Aropa2.

Contenedores de textil donado en los almacenes de Aropa2.  | JAIME GALINDO

Contenedores de textil donado en los almacenes de Aropa2. | JAIME GALINDO / carlota gomar

Hay otros factores, como la venta de ropa usada a través de plataformas como Wallapop o Vinted, donde uno puede encontrar prendas de segunda mano a precios muy bajos. La que antes acababa en alguno de los contenedores de recogida que hay por la ciudad.

En Zaragoza son dos las empresas de inserción que se encargan de darle una segunda vida al textil. Aropa2, en la que trabajan 30 personas, principalmente personas en situación o riesgo de exclusión social; y A Todo Trapo, con 19 empleados y participada por la Fundación por la Inclusión Social de Cáritas. Ambas suman 364 contenedores que se distribuyen entre los centros municipales o pabellones deportivos, la vía pública y las parroquias (estos solo son de Cáritas).

Una evolución desigual

Llevan desde 2019 haciéndolo, año en el que recaudaron 1.751 toneladas de ropa. En 2020 ya se registró el primer descenso, hasta las 1.659, aunque en este caso se explica por la pandemia y los meses de confinamiento. «Es algo lógico», apunta Cortés.

En el año 2021 llegaron hasta los almacenes de ambas empresas 1.978 toneladas y el año pasado 1.922. «La verdad es que las cifras son muy irregulares e inestables, pero la pandemia y los desastres han alterado la dinámica», añade.

Segunda vida

El 60% del texto puede reutilizarse, mientras que el 10% se envía directamente al vertedero y el resto se recicla. Cuando los contenedores cargados de kilos de ropa llegan a los almacenes se hace un primer triaje en el que se separa la que está en buen estado y la que no. La que se selecciona pasa un segundo análisis, mucho más exhaustivo, en el que se revisa en profundidad para corroborar que está «impecable».

La que puede ser reutilizada se destina a la venta de segunda mano y a la entrega social, de la que se encargan las entidades con las que trabajan. En el caso de Aropa2, todos los lunes y viernes se abre al público su almacén y la respuesta está siendo «muy positiva». «No sabemos por qué, pero viene más gente que a la tienda que teníamos en la calle Delicias y que tuvimos que cerrar».

El perfil del comprador varia entre las personas con pocos recursos que recurren a estos mercadillos de segunda mano con precios económicos, los que buscan prendas vintage y los que están muy concienciados con el medio ambiente.

Según un estudio Fundación Ellen MacArthur, con cada prenda de segunda mano reutilizada, se evitan el consumo de 3.040 litros de agua, la emisión de 22 kilos de CO2 y la generación de 1 kilo de residuos.

Suscríbete para seguir leyendo