BARRIOS

El Buñuel resiste en el exilio casi tres meses después del desalojo

Los colectivos que usaban el antiguo instituto han tratado de reubicarse en otros espacios. «Somos más que un edificio, no pueden desahuciar nuestras ideas», dicen

Tras el desalojo se chaparon los accesos.

Tras el desalojo se chaparon los accesos. / ANDREEA VORNICU

Iván Trigo

Iván Trigo

Hace ya dos meses y medio que el antiguo instituto Luis Buñuel, en El Gancho, fue desalojado por orden del Ayuntamiento de Zaragoza. De nada sirvieron las protestas, las concentraciones y la multitudinaria marcha que recorrió el centro de la ciudad pidiendo clemencia al Gobierno del alcalde Jorge Azcón. Ni tampoco los apoyos de ilustres de la cultura como Irene Vallejo y Álex Rodrigo ni el capote que les echó el Justicia de Aragón recibiéndoles. El consistorio no ofreció alternativa y hubo quien pensó que el proyecto comenzaba a diseminarse. Pero no ha sido así.

Los colectivos que formaban parte del Buñuel siguen en contacto. «Ahora todo es más difícil, eso es verdad. Tenemos que esforzarnos el triple porque ya no tenemos un espacio que compartir. Era un recurso que nos permitía estar en común, ahora estamos repartidos. Pero el Buñuel es mucho más que un edificio. No pueden desahuciar nuestras ideas», advierten desde la asamblea de la asociación, que sigue activa y constituida.

La última vez que se juntaron fue a finales de marzo para compartir «las sensaciones» y los proyectos de cada uno de los colectivos después del desalojo. «No hemos parado. Estuvimos en la Cincomarzada y ahora estamos preparando actividades para las fiestas del barrio. Y, lo más importante, seguimos sintiendo el apoyo de los vecinos», comentan desde la asociación.

Una muestra son los locales que están colaborando con los colectivos que operaban dentro del Buñuel. Garbanzo Negro, por ejemplo, una asamblea que fomenta el consumo responsable de alimentos, tiene ahora una estantería en la tienda de costura Una Oca Loca.

Otro ejemplo de lo que ha supuesto el desalojo es lo que le ha ocurrido a la Olla Comunitaria, un proyecto solidario y colaborativo que, cada sábado, entregaba en el Buñuel más de 200 raciones de comida a personas y vecinos del barrio que lo necesitaban. «Venían desde abuelitas a las que no les llegaba con su pensión a familias con niños», recuerda María Zambrano, una de las 30 voluntarias que se remanga cada fin de semana para ayudar a sus paisanos.

1.500 euros menos tras un engaño

Pero tras la salida del antiguo IES Luis Buñuel, la Olla Comunitaria ha seguido calentando estómagos. Ahora están en la calle San Pablo, en el número 23, en el local de La Vecinal, una de las asociaciones de vecinos del Gancho. Eso sí, por el camino han perdido 1.500 euros tras haber sido engañados en el intento de alquilar un local en el que poder desarrollar sus actividades. «Era un bar en Conde Aranda. Nos dijeron que tenían cocina y salida de humos. Pagamos dos meses de alquiler, uno de fianza y otro de inmobiliaria. Pero cuando llegamos no había salida de humos, por lo que ahí no podemos cocinar. Estamos todavía intentando recuperar el dinero», cuenta Zambrano. «En La Vecinal estamos de forma provisional. Estamos buscando un local más grande que poder compartir con otros colectivos», dice.

La solidaridad de los vecinos del barrio les sigue acompañando. Los puestos del mercado agroalimentario de la plaza del Pilar les donan algunos alimentos. Y estas semanas están en una campaña de recogida de leche. Todo el que quiera puede acercarse a los bares Smoke & Drink y al café bar del Mercado, ambos en frente de las murallas romanas, para entregar bricks que después reparten entre la gente que acude a ellos.

Reparto de comida de La Olla Solidaria en el local de La Vecinal, este pasado sábado.

Reparto de comida de La Olla Solidaria en el local de La Vecinal, este pasado sábado. / ANDREEA VORNICU

«Desde el desalojo, hay gente que todavía no se ha enterado de que seguimos repartiendo comida pero aún así entregamos entre 130 y 150 raciones todos los sábados», añade Zambrano.

Otros colectivos, como Enacción Danza y dos de las bandas de música que ensayaban en el Buñuel han encontrado acomodo en le centro cívico del Actur y los espacios que les cedió la junta de Distrito. «Pero hay otros que no, como las mujeres del baile en línea, que siguen buscando espacios adecuados en el barrio, cerca de sus casas».

Al mismo tiempo, el proyecto del Buñuel sigue entre los posibles ganadores de un concurso organizado por la Comisión Europea dentro de la iniciativa de la Nueva Bauhaus europea. Y a la espera también de lo que pase en las elecciones municipales. Si el Gobierno cambia de color, desean que haya una mayor receptividad por parte de los responsables del consistorio hacia sus actividades. 

El centro de mayores

Y mientras los colectivos del Buñuel han seguido buscándose y tratando de encontrar espacios para continuar con sus proyectos, el Gobierno del PP al frente del Ayuntamiento de Zaragoza ha seguido dando pasos para la reconversión del antiguo instituto en un centro de mayores.

Estos días se ven operarios entrando y saliendo del edificio, que por lo demás permanece chapado a cal y canto para evitar que nadie se cuele en el Buñuel. El pasado 16 de marzo aprobó el proyecto de obras para habilitar los nuevos espacios dentro de este equipamiento.

Así con todo, la efigie del genio de Calanda y cineasta aragonés por antonomasia seguirá buscando un sitio donde asentarse como símbolo de la autogestión. «Yo tengo perro y lo saco a pasear a la ribera. Y tengo que dar un rodeo enorme para no pasar por el Buñuel. Todavía no puedo. Han sido semanas de muchas emociones», zanja una miembro de la asamblea.