tercera edad

Comedores de mayores en Zaragoza: "Estos raticos son los que valen. Si no, estamos solos en casa"

Los usuarios de los centros de mayores cuentan los motivos por los que acuden a estos comedores a comer

Evitar la soledad y el sedentarismo son los motivos principales

Usuarios del comedor del centro de convivencia de mayores de La Jota.

Usuarios del comedor del centro de convivencia de mayores de La Jota. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Iván Trigo

Iván Trigo

Ocho son los centros de mayores de Zaragoza que ofrecen un servicio de comedor para las personas de la tercera edad. En el de La Jota tienen plazas para 60 personas cada día, pero suelen ser entre 48 y 50 los usuarios que acuden cada día. "La mayoría están solos en casa. Del total, solo vienen tres matrimonios. El resto han enviudado", explica la directora de este equipamiento, Isabel Navarro Castro.

A las 13.15, antes de que se sirvan los primeros platos, los mayores se disponen a sentarse. "Llevamos dos años y pico viniendo. Mi marido está enfermo del corazón y yo de los huesos. No podemos coger peso ni ir a hacer la compra. Y esto es muy cómodo, vienes y tienes la mesa puesta", explica María Jesús Villena, que se sienta siempre en la mesa junto a su esposo y otro matrimonio. "Estamos siempre los cuatro", sonríe.

Y es que más allá de la comida, el principal objetivo de los usuarios de este servicio es precisamente socializar. Es más, la comida es lo de menos. Y lo que menos gusta. "Hay días que regular. Si hicieran los mismos platos pero con algo más de gracia. Falta sustancia. Más gustico", explica Ascensión Polo, que lleva "muchos años" asistiendo día tras día. "Vengo porque si no estaría en casa y sola. Es una manera de salir. Así camino, me entretengo", cuenta la mujer.

Esperanza, Ascensión e Inocencio posan para una fotografía antes de comer.

Esperanza, Ascensión e Inocencio posan para una fotografía antes de comer. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Inocencio le mira atentamente. "Somos como una familia", dice el hombre a continuación. "Yo enviudé hace ya 16 años. Y venir aquí es una forma de hacer amigos. Si no estaría encerrado en casa. Nos llevamos todos estupendamente, la verdad", afirma mientras se acerca a Ascensión para hacerse una foto.

Les acompaña otra mujer "de la cuadrilla", Esperanza Parrilla. "Venimos por la mañana, tomamos el café, echamos la partida y comemos. Después echamos otro café y ya ha pasado el día. Estos raticos son los que valen, si no qué vamos a hacer. Estaríamos en casa solos", cuenta, insistiendo en la misma idea.

José Ríos tiene 77 años y lleva "como un año y medio" viniendo al comedor del centro de mayores de La Jota. "Lo mejor es la gente. Comer... se come de aquellas maneras. El pescado es regular tirando a malo. Y el arroz seco como vamos...", protesta el hombre. "Pero la gente es estupenda. Y nos tratan muy bien", dice.

La directora del centro les escucha atentamente. "No tenemos cocina. Viene aquí todo cocinado y envasado y lo calentamos en los hornos. Es comida muy variada y equilibrada, y lo que echan de menos es más potencia", cuenta. "Salsas, que hubiera untico. El pescado solo al vapor no me gusta", dice uno de los comensales.

El servicio de comedor se complementa con un sinfín de actividades que programan en los centros de mayores. "Muchos vienen por la mañana a la gimnasia, a yoga, a cursos de memoria o a estar y ya se quedan hasta la hora de comer", cuenta Navarro.

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