un proyecto de ciudad

La recuperación del Huerva en Zaragoza: ejemplos de otros parques de ribera

Valencia, Madrid y también la capital aragonesa han sabido reverdecer los entornos fluviales

Acondicionamiento de la ribera del Ebro.

Acondicionamiento de la ribera del Ebro. / EL PERIÓDICO

Iván Trigo

Iván Trigo

La recuperación y regeneración de las riberas del Huerva a su paso por Zaragoza servirá para dignificar el cauce de uno de los tres ríos que pasan por la capital aragonesa, una ciudad cuya historia siempre ha estado ligada al agua y que durante mucho tiempo vivió de espaldas a esta realidad.

Y ahora que se pone en marcha el proyecto para hacer transitables las orillas del Huerva y limpiar el cauce del río, Zaragoza tiene muchos espejos en los que mirarse para poder llevar a cabo esta actuación. Empezando, en primer lugar, por sí misma, ya que la recuperación de la ribera del Ebro que se acometió antes de la Expo 2008 demostró que los ciudadanos estaban dispuestos a disfrutar estos entornos antaño degradados.

No obstante, fue Valencia la primera gran capital española que demostró en la práctica y no solo con teoría lo que significaba reverdecer el cauce de un río y hacerlo accesible y disfrutable.

En 1957, Valencia sufrió una de las peores inundaciones de su historia. Causó un centenar de muertos. Entonces, el ayuntamiento y el Gobierno de España decidieron que había que sacar el cauce del río del entramado urbano, lo que podría haber dejado una brecha que hubiera partido la urbe en dos.

Pero no fue así, puesto que se decidió utilizar el antiguo cauce para crear el conocido como Jardín del Turia, un parque lineal de más de 10 kilómetros de largo que incluye todo tipo de equipamientos culturales y deportivos y que se ha convertido en el pulmón de la capital valenciana.

Fue en los años 80 cuando esta iniciativa empezó a tomar forma. Sin embargo, hubo propuestas alternativas a la creación de un largo jardín en el cauce del Turia, como la construcción de una autovía y líneas férreas para vertebrar la ciudad, lo que hubiera resultado fatal para la consecución de los actuales objetivos de naturalización de las ciudades.

En Madrid, sin embargo, la M-30 se construyó en paralelo al Manzanares, lo que anuló la posibilidad de aprovechar las riberas como espacios verdes y abiertos a la ciudadanía.

"El foso sucio que dividía la ciudad"

Pero la cosa cambio con el soterramiento de esta vía circunvalación, unas obras que terminaron en 2007 y que permitieron retirar de la circulación unos 80.000 coches diarios. Además, se crearon nuevos espacios sobre las losas que cubrieron la M-30, permitiendo crear un parque junto al Manzanares que hoy cuenta con 30 kilómetros de sendas.

Según explicó ayer la directora de la Fundación Biodiversidad, Elena Pita, el proyecto de regeneración de las riberas del Huerva encaja perfectamente con los objetivos de la Unión Europea porque supone revertir la degradación de los ecosistemas urbanos y hacerlos habitables para los seres humanos. Cuando se reformaron las orillas del Ebro, se dejaron atrás espacios «vacíos, inaccesibles e inseguros» en un lugar «de encuentro y representación», según consta en un artículo científico del profesor de la Universidad de Zaragoza Francisco Pellicer Corellano.

El Ebro dejó de ser en 2008 «el foso sucio que dividía la ciudad» para convertirse en su «espina dorsal». Y lo mismo tiene que ocurrir ahora con el hasta ahora siempre olvidado río Huerva. 

Suscríbete para seguir leyendo