La idea de Gran Scala siempre proyectó la sombra de André Guelfi, un anciano expiloto de Fórmula 1 que ha pasado varias veces de tener una fortuna a arruinarse --siempre sin dejar de poseer un avión-- y cuya actividad como comisionista en negocios internacionales le llevó hace unos años a pasar entre rejas unos meses, hasta que Sarkozy lo indultó. Allí conoció a Bernard Tapie, exdueño de Adidas y expresidente del Marsella, al que, según la prensa gala, puso un salario de 15.000 euros al mes. Iban a ir a medias en las ganancias de sus pleitos con el Elíseo, aunque Tapie ganó uno de 400 millones de euros de los que, según Le Nouvel Observateur, Dedé La Sardine no ha visto ni uno.